La flauta ha sido sustituida por vuvuzelas…
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… pero los hombres, mujeres, ancianos y niños de Hamelín o Caína siguen siempre sonámbulos, seducidos por el ruido que los conduce al río donde se pierde a las ratas, ahogadas en las letrinas del pueblo.
De la agonía de las folclóricas pasamos al sexo de los futbolistas. Hollywood, factorías de best sellers y marketing controlan el timón y las flautas.
“Decíamos ayer…” 29 marzo 2006:
Que la prensa de referencia abra sus secciones de Cultura con la vida íntima de Mickael Jackson o la enfermedad de Rocío Jurado, en detrimento de don Antonio Machado, pongo por caso, quizá ilustra de manera muy gráfica un topos clásico de este Infierno: De como la industria editorial incrementa la incultura → Libros, marketing, incultura (creciente) → Basura y poesía se venden mejor a punta de pistola → La Incultura propagada por los medios de Incomunicación de masas → Los negocios de la incultura y el sectarismo. Cultura y cáncer.
- Industrias culturales en este Infierno.
Joaquín says
Los cantares de gesta, los romances y canciones, las novelas de idilios y caballerías… servían también a distraer el apetito de noticias maravillosas. Hoy tan sólo han cambiado las vestiduras de los héroes (y heroínas).
Bonne journée, JP!
J.
JP Quiñonero says
Joaquín,
Bueno… también servían para aprender y cultivar una lengua, forjar una noción del amor, crear la arquitectura espiritual de un pueblo… temo que las vuvuzelas esas no den para tanto; pero bueno,
Q.-
Gatopardo says
Seguramente no es lo mismo escuchar siendo niños, romances como la penitencia de Rodrigo, que uno de esos programas de cotilleos que emiten en horario infantil, y la capacidad de evocación, el tono y la forma inducen otro tipo de emociones y sensaciones, efectivamente:
(…)
-Confesado ya estás, hijo,
yo absolverte no podía;
el que duerme con hermana
se condena en la otra vida.-
Estando en estas razones,
una voz del cielo oía:
-Absuélvelo, confesor,
absuélvelo, por tu vida,
y dale de penitencia
conforme lo merecía.-
Lo metiera en una tumba
con una culebra viva,
de siete varas de largo,
siete de cola tendida;
la culebra era muy brava,
siete cabezas tenía.
El bueno del ermitaño
tres veces iba allí al día:
una iba a la mañana,
otra iba al mediodía,
otra iba por la tarde
cuando oscurecer quería.
-¿Cómo te va, penitente,
con tu mala compañía?
-La compañía era buena,
mejor que yo merecía.-
-¿Cómo te va, penitente,
penitente aventajado?
-Vame bien, que la culebra
a comerme ha comenzado,
ha comenzado a comerme
por donde más he pecado.
Ya me llega al corazón,
que era lo que más sentía,
si me quieres ver morir,
trae una luz encendida.-
Campanas de siete torres
de par en par se tañían.
¡Dichoso del penitente
que para el cielo camina!
Esto tiene planteamiento, nudo y desenlace, y dice justo lo necesario, sin que sobre ni falte nada. Y quienes hemos crecido y saboreado nuestra tradición oral, sabemos cuánto le han robado a quienes se criaron frente a un televisor.
JP Quiñonero says
Gatopardo,
Historia bella y oportuna. Pobres niños, privados de madres que les cuenten o lean cuentos…
Q.-