Hace exactamente once días, tomando en un café en el Flore, Y* me comentaba estar seguro del triunfo de los conservadores alemanes, “no sé si de izquierda o derecha”, agregaba. Prudente como apache solitario, perseguido por un escuadrón de caballería, en algún lugar entre Taos y Santa Fe, me atrevía a comentar:
“… vaya usted a saber… lo único claro es que los alemanes están cansados, pudieran temer una “revolución conservadora” tipo Reagan / Teatcher… y pudieran acomodarse a los cambios más o menos tibios del canciller Schröder… para mí, se trata de una forma de neo conservadurismo de fondo… pero los sondeos y el voto final todavía están muy en el aire…”.
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