Francia, en la encrucijada, 13
El voto francés del domingo puede modificar el rumbo de Francia y de Europa, para bien o para mal. Por razones que he intentado desbrozar, desde hace años, con André Glucksmann, Nicolas Baverez, Luc Ferry, Max Gallo, entre otros. Con ellos he intentado comprender la enfermedad del declive francés y sus consecuencias culturales, políticas, sociales y diplomáticas, nacionales y europeas.
Este es un resumen de urgencia de varios años de trabajo:
● Europa y Francia, en la encrucijada. Diálogo con Baverez: Nacionalismos y mundialización. Islam europeo. Un Estado carnívoro. Violencias étnicas. Diplomacias hipotecadas.
● Diálogo con Max Gallo sobre Francia, Europa, terrorismo, naciones y otras enfermedades del espíritu.
● Luc Ferry y las inculturas y arcaísmos franceses: “… ministerios de amiguetes y prensa del corazón”. “… escuelas de incultura”. “… insondable arcaísmo político”…
Las presidenciales de 2007 estuvieron precedidas, entre otras catástrofes, por los muy reveladores estallidos de violencia urbana del invierno del 2005. Más allá del trabajo diario, intenté explicar aquellos desastres con dos entrevistas y un ensayo personal:
● Nicolas Baverez sobre la crisis de Francia y los riesgos de “guerra civil étnica” [ .. ] Nicolas Baverez sobre la crisis de Francia y los riesgos de “guerra civil étnica”.
● Glucksmann: “Francia se ha convertido en la capital del nihilismo destructor”. “Chirac y los sindicatos franceses tienen igual mentalidad destructora que los incendiarios”.
● Las campanas francesas doblan por todos nosotros.
A pesar de ser yo su autor, este me parece, en castellano, el ensayo más completo sobre los orígenes inmediatos de la crisis nacional francesa: Francia, en la encrucijada. Raíces de una crisis de identidad.
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Tras esta compilación, a vuela pluma, de una parte de mi trabajo, advierto, triste y encantado, en el fondo, que también yo estoy en una “encrucijada”. Y quizá esas páginas sean un esbozo del posible ensayo que, sospecho, tendré que terminar escribiendo, recordando la sombra tutelar de Walter Benjamín y sus Pasajes.
Tal vez suceda, Q… que estamos enfermos de democracia, con un hartazgo excesivo. Europa meridional parece sumegirse en una rutina que vuelve siempre al mismo afán de posicionamiento, a la misma ocupación por el poder de quienes quieren cambiarlo todo para que no cambie casi nada. La crisis francesa tiene un mérito, está viva. Puede servir de ejemplo o simplemente de experiencia lejana.
Hay, pienso, que tener valor para apelar a rescatar los valores perdidos. No entiendo porque tiene tanta mañla prensa ese país vecino que nos ha desñlumbrado con su cultura y nos ha hecho envidiarle. Parece que ahora, encuentra el lenguaje, basta con que aparezca para fortalecer a los que están enfermos de democracia con una apelación a la democracia y al realismo.
Claro que están los valores para sacarlos a primer plano. Me pregunto si a eso podríamos llamarlo regeneración.
En ese caso, cuando se apela a los valores perdidos, ¿cuales serían los nuestros? Me temo que se han difuminado en el tiempo.
Después de mucho darle vueltas al asunto he llegado a la conclusión de que Sarkozy no representa a la derecha francesa aunque a esta no le quepa más remedio que representarse en él. Y Royal si representa a la izquierda aunque a esta no le gusta esa representación.
Aceptando que el Fin de la Historia fué una visión ilusionada, a lo mejor estamos ahora ante un “continuará…” que podría ser prometeder… podría…
Luis,
Me quedo más bien con una suerte de cansancio y falta de ilusión, principios, esperanzas, etc. Que en cada pueblo europeo se manifiesta de distinta manera. No todo es cansancio ni ocaso final, claro. Pero de ese cansancio entre ideas muertas e ilusiones marchitas, entre quienes aspiran a otros mundos y quienes sueñan con la protección de un Estado no siempre en bancarrota, quedan paisajes de ruinas y proyectos a medio construir, no sabemos si abandonados o por terminar. Vaya usted a saber..
Q.-