Felices vacaciones, 40
De Roncesvalles a la kale borroka solo hay un paso, mortal.
Con cierta ligereza ¿ignorante? ¿abusiva?, utilizando un servicio de agencia, Nouvel Observateur afirma que ayer (15 de agosto) se cumplió el lejano aniversario de la batalla de Roncesvalles: “De retour d’Espagne, les troupes franques de Charlemagne sont attaquées par des Basques insurgés. Cet épisode inspirera trois siècles plus tard la Chanson de Roland”. Madre del Señor… ¡Si don Ramón Menéndez Pidal levantase la cabeza, sitiado en el Olivar de Chamartín..!
Menos lírico, Florencio Domínguez teme en La Vanguardia que “el rebrote de la violencia callejera, como ha ocurrido otras veces, venga a cubrir el hueco de ETA para tratar de mantener viva la amenaza sobre la sociedad vasca con la segunda marca terrorista”.
La Vanguardia, 16 agosto 2007
Tiempo muerto
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
ETA y los restantes miembros de la Coordinadora Abertzale Socialista (KAS), en una reunión celebrada a principios de junio de 1984, decidieron poner en marcha una campaña de agitación veraniega que fue bautizada en euskera con la frase “jaiak bai, borroka ere bai”.Fiestas sí, lucha también. Una vez tomada la decisión por la autoridad paramilitar competente, la segunda mitad de la década de los ochenta fue pródiga en episodios en los que las juventudes del entorno etarra pretendían mostrar su capacidad para la bronca en mitad de las fiestas de las localidades vascas.
De nada sirvió que desde las filas de Euskadiko Ezkerra contraprogramaran difundiendo carteles con lemas tales como “alegres y combativos, ¿habéis vuelto a beber?”, lemas que hoy parecerían de la dirección general de Tráfico, pero que para los aludidos supusieron una provocación insoportable. La costumbre de mezclar las fiestas con el alboroto callejero se asentó entre la alegre muchachada abertzale.
El paso del tiempo hizo que la bronca veraniega, en sus diversas variantes de guerra de las banderas, enfrentamientos con los cuerpos de seguridad, quema de autobuses, de mobiliario urbano, homenaje a los etarras presos, etcétera se institucionalizara y no acabó apareciendo en los programas de fiestas editados por los ayuntamientos de puro milagro, porque en Euskadi se celebran tradiciones con muchos menos trienios que los disturbios de las fiestas.
Con el mes de agosto ya mediado, en el País Vasco parece haberse recuperado la tradición de los disturbios en mitad de las fiestas, que complementan el programa de distracciones de los vecinos con una buena kermés a base de cócteles molotov. Amorebieta, San Sebastián y Vitoria han sido los escenarios de los incidentes de los últimos tres días.
El rebrote de violencia callejera coincide con la aparente ralentización de los intentos de ETA de perpetrar una acción terrorista. Tras el anuncio del fin oficial de la tregua, la banda terrorista volcó todos sus esfuerzos en hacer realidad la amenaza enviando a varios de sus comandos a territorio español para perpetrar atentados. La acción policial, afortunadamente, ha podido impedir en las semanas pasadas que ETA llevara a cabo, al menos, tres atentados con coche bomba, al detener o poner en fuga a los encargados de llevarlos a cabo.
El ambiente de la sociedad española y, sobre todo, el de su clase política, sería hoy muy distinto si ETA hubiera conseguido hacer estallar los tres coches bomba que pretendía y hubiese cometido algunos otros atentados con artefactos tipo lapa.
Hemos visto unas semanas intensas en la que la banda terrorista estaba volcada con todos sus efectivos en consumar la ruptura de la tregua, mientras el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil se han empleado a fondo para impedirlo. En los últimos días parece que ETA hubiera pedido tiempo muerto, tal vez para recuperarse de los reveses y descubrir las causas del rosario de detenciones que ha sufrido.
Este tiempo muerto le hace perder a la banda terrorista protagonismo político. En esas circunstancias, el rebrote de la violencia callejera, como ha ocurrido otras veces, vendría a cubrir el hueco de ETA para tratar de mantener viva la amenaza sobre la sociedad vasca con la segunda marca terrorista, la que protagonizan los que empuñan el cóctel molotov en lugar de la pistola
Pues si, al Norte sonando pífanos y al sur templando gaitas. Que mundo este…
Luis,
El carnaval, los demonios y las brujas de la tierra…
Q.-