“… los escritores parecen haber escogido mayoritariamente el papel del bufón. Pero al abandonar la voluntad de imponer su voz, los escritores están renunciando a ser escritores, a su oficio mismo…”
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Constantino Bértolo resume con tan diáfana claridad uno de los problemas de fondo que amenazan, en creciente medida, las antiguas tareas de leer, escribir, editar, continuar trabajando en la tarea milenaria de construcción de una cultura.
La publicación de La cena de los notables (Periférica), de Bértolo, coincide con la publicación de ¿Para qué sirve la literatura? (Acantilado) de Antoine Compagnon, abordando ambos las mismas cuestiones de fondo: ¿para qué escribir? ¿para qué leer? ¿para qué editar? ¿para qué, en definitiva, aquello que en otro tiempo hubiera podido llamarse la vida del espíritu, el cultivo de las virtudes morales o espirituales..?
Y la respuesta de ambos maestros de la crítica literaria de nuestro tiempo bien ilumina la marea negra que nos asfixia y asfixia las cosas de la literatura, la escritura, la lectura, la edición, víctimas de la producción industrial de basura, destruyendo los antiguos cánones literarios, imponiendo el consumo de productos tóxicos para la vida moral y la vida literaria, justamente.
CONCIENCIA Y LITERATURA, AMENAZADAS
Compagnon hace un análisis digno de encomio, instalado en su púlpito del Collège de France, impartiendo una lección honrada y justa, voluntariamente alejada de los crudos conflictos donde las cosas de la lengua, la lectura, la escritura y la edición se trafican a navajazos, cuando no son víctimas de las armas de destrucción masiva utilizadas por las mafias filantrópicas [“Buena parte de la cultura española está controlada y manipulada por sectas mafiosas”].
Bértolo, por el contrario, decidió hace mucho tiempo comprometerse, tomar partido, denunciar, justamente, el proceso de derogación de la vida literaria, a manos de las industrias de la incultura, colonizando las conciencias.
“La literatura -escribe Bértolo- es el lugar donde se construye el sentido y el significado de las palabras, y es, por eso mismo, el lugar donde se construye el sentido y el significado de la existencia, es decir, el lugar donde se da nombre a eso que llamamos la realidad…”.
Las mafias filantrópicas y las industrias de la incultura minan, socavan, corrompen y destruyen los antiguos valores, cánones y arquitecturas morales donde se fundó durante siglos ese tejido de cosas verbales y espirituales que todavía llamamos literatura. Bértolo tiene el valor físico de poner nombres propios a esa pavorosa faena de destrucción de la moral y la sociedad, en Caína.
Suerte, colega.
Pepe says
Magnífico el libro de Bértolo, mañana leeré el de Compagnon. Al hilo de los problemas de la crítica, yo agradezco mucho páginas como la tuya JPQ, que no están mediatizadas por las grandes empresas.
JP Quiñonero says
Pepe,
Lo mejor del libro de Bértolo -para mi gusto- son los problemas de fondo que plantea, con gran estilo. Aquí o allá, yo suelo utilizar otra terminología (mafias filantrópicas, industrias de la incomunicación y la incultura, etc.) Poco importa. Lo esencial es el debate. Temo que cada vez estemos más solos, dicho sea con simpatía, para tí, para él, para…
Q.-