Europa espera el cambio diplomático prometido en Washington, pero teme que la “nueva era del liderazgo estadounidense” anunciada por el presidente Obama precipite tensiones de nuevo cuño.
Las promesas del presidente electo en materia militar suscitan esperanza y reservas. La “retirada progresiva” de Irak se percibe como una consecuencia práctica de la estrategia del general Petraeus, estratega de la escalada que redujo la violencia en Irak desde 2007. Por el contrario, las proposiciones del candidato Obama en Pakistán y Afganistán suscitan cierta inquietud.
Si el presidente Obama cumple sus promesas electorales (incrementar la presencia militar en Afganistán, bombardear el norte de Pakistán, si es necesario), los europeos volverán a encontrarse en la difícil posición del aliado renuente ante la “determinación” de la República imperial.
Europa tiene grandes esperanzas en la “nueva era de liderazgo estadounidense” en Oriente Medio (Israel, palestinos, Irán, etc), pero teme a los “halcones humanitarios” de la tradición demócrata estadounidense.
En el “teatro” específicamente europeo, el escudo antimisiles instalados al Este, y las nuevas familias de misiles rusos instaladas en el occidente ruso, dejan al resto de Europa en una posición incómoda: “rehén” sin voz ni voto en un complejísimo juego de ajedrez estratégico.
La “nueva era del liderazgo estadounidense” también suscita reservas en el terreno económico y comercial. Los intereses del coloso americano (endeudado, hipotecado) han estado frecuentemente enfrentados con los intereses europeos (aeronáutica, agricultura, comercio mundial). Y un presidente patriota y vigoroso, en Washington, complicará cualquier negociación comercial.
Omaba “amenaza” con plantear inesperados problemas en terrenos sociales y morales. Partidario de la pena de muerte contra los autores de delitos contra la infancia, defensor del derecho a la tenencia y uso de armas de fuego, partidario de “reducir” el “recurso último” al aborto, creyente… el presidente electo de los EE.UU. está muy lejos del relativismo moral dominante en la vieja Europa.
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