Aquel verano, Feliciano intentó echarme un cable laboral.
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En mi caso, Feliciano solo hay uno: Feliciano Fidalgo, mi maestro, mi hermano mayor, mi cómplice.
Proponiéndome como “corresponsal interino” de El País, durante tres o cuatro semanas, Feliciano intentaba ayudarme. Se cumplían diez años de la Primavera de Praga, sofocada por las tropas de ocupación soviéticas. Mi trabajo se firmaría con un seudónimo: Jaime Mercader.
Entrevistar a Artur London era apuntarse un tanto profesional significativo. London aceptó recibirme, en una casa que tenía en las afueras de Fontainebleau.
Nuestro diálogo comenzó un poco tenso, con preguntas de este tipo, a las que London respondía con muchas elipsis.
-¿En qué consistía su trabajo de comisario político comunista durante la guerra civil española?
-¿Cuales eran los criterios que regían la depuración de dirigentes comunistas durante la guerra civil española?
-¿Cual es su versión de la matanza de Paracuellos y el despellejamiento y asesinato de Andreu Nin?
-¿Cómo percibe hoy su aprobación personal del Pacto germano-soviético, con el que comenzó la colaboración entre nazis y comunistas?
-¿Cómo explica hoy su participación muy activa en la depuración de los comunistas sospechosos de ser poco stalinistas en la Praga de la inmediata postguerra?
–Tras haber depurado a numerosos comunistas, usted mismo fue depurado, encarcelado y torturado, ¿cómo recuerda hoy su detención personal?
–Su esposa, Lise, lo repudió, renegó de usted, pidió el divorcio, lo dejó pudrirse en la cárcel, aprobó las torturas y posible fusilamiento… ¿cómo recuerda aquella tragedia..?
–Esas cosas no se olvidan nunca… me cortó London, mirándome de frente.
Lise London, que fingía leer Le Monde, a nuestro lado, me lanzó una mirada furibunda. Pierre Daix -el gran especialista en Picasso, casado con una de las hijas de los London-, me cogería por el brazo, cuando terminó la entrevista, y me dijo: “Si usted publica todo eso, Lise y sus amigos no se lo perdonarán nunca”.
Estaba previsto que mi entrevista con London se publicase a doble página. Todas las preguntas y respuesta de la primera parte de mi entrevista fueron suprimidas. Nunca se publicaron. Privada de su parte más sustancial, mi entrevista cobró el color político de la época…
El País, 20 agosto 1978: Arthur London: «No hay socialismo sin libertad».
- Cuando el PCF negociaba con los nazis.
- Carrillo, Bardem, Muñoz Suay, Molina Foix, en la cuneta…
- Las reservas morales de Robert Antelme sobre Jorge Semprún y los comunistas, en Buchenwald.
- Jorge Semprún, derogación de la moral y falsificación de la historia
Mi trabajo como “corresponsal interino” de El País, en París, con el seudónimo de Jaime Mercader, duró cuatro semanas y cuatro crónicas:
–Mauritania, favorable al diálogo con Argelia sobre el Sahara.
–El representante de la OLP en Francia, asesinado ayer en su oficina de París.
–«Internacional de la disidencia» en marcha.
–El eurocomunismo vuelve a condenar la intervención de la URSS en Praga.
- Entrevistas, Comunismo y Personajes en este Infierno.
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Juan Pedro:
Me quedo de una pieza con lo de Jaime Mercader, un poco más y firma Ramón Mercader el asesino de Trotski; que por cierto, ocultaba su personalidad con el nombre de Ramón López.
A mí me interesaban las tres primeras preguntas a London; pero como se desprende de la entrevista se hizo el longuis y sus respuestas no tendrían ningún interés. En cuanto a Andreu Nin Pérez, sostengo que fue a parar a un horno crematorio («Los inconfesables crímenes del Frente Popular: el secreto horno crematorio de Alexander Orlov»).
Juan Pedro, soy un poco ingenuo, pero comienzo a suspechar que usted no escribe todo lo que sabe, espero que no le pase lo de Antonio Mingote, y que otros digan lo que no tienen que decir y los que tienen que decir no digan.
Una vez a un conocido exorcista le conté el caso del cardenal encontrado muerto en un prostíbulo parisino, y como el cura es inteligentey tiene sentido del humor, me respondió que se iba a hacer una cadena y una chapa de metal que se pondría en el cuello, y de leyenda «no es lo que parece», por si se repetía el caso en su caso.
Un saludo de Ángel Manuel.
Ángel Manuel,
En lo que a mí respecta, creo que tus sospechas son bastante razonables, si,
Q.-
Sin haber leído el comentario de Ángel Manuel, al comienzo he pensado lo mismo: ¡un poco más y ya le podían haber puesto Ramón! También pienso lo otro que dice el comentarista, por supuesto.
Chapeau por las preguntas, valiente era usted ya, que por supuesto London no podía responder de otra manera (¡y con madame London a côté, mon Dieu!). Con razón (la razón de la época, pero me temo que ahora sería la misma) no se las publicaron.
Teresa,
Eso me digo yo, si: «Con razón no las publicaron..»
Q.-
PS. ¡Hata donde hemos llegado..! ¡Suena a «valiente» repetir en voz alta lo que se pregunta todo el mundo..!!