Le Corbusier y el sueño de los desterrados.
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Iglesia St-Pierre, centro deportivo e inmuebles populares en Firminy, Le Corbusier. Foto Richard Vialeron, Le Figaro, 1 julio 2009, Faut-il inscrire l’oeuvre de Le Corbusier au patrimoine mondial de l’Unesco?
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Le Corbusier.
El Centro Georges Pompidou celebra con una gran exposición retrospectiva el L aniversario de la muerte de Le Corbusier, pseudónimo de Charles-Édouard Jeanneret-Gris (1887 – 1965), uno de los patriarcas del Movimiento Moderno, junto a otros grandes maestros de la arquitectura del siglo XX, como Ludwig Mies van der Rohe, Walter Gropius, Alvar Aalto et Theo van Doesburg.
La retrospectiva del Centro Pompidou tiene una vocación pedagógica y ecuménica, pero se inaugura, este miércoles, con una agria polémica sobre el “fascismo” real o presumido de un creador a quien algunos analistas reprochan un largo rosario de “ideas” y “complicidades”.
Xavier de Jarcy, autor de un ensayo titulado Le Corbusier, un fascisme français, declara: “A lo largo de mi estudio he descubierto lo que llevaba años y años ocultándose, que el gran arquitecto de la Francia de los años cuarenta, cincuenta y sesenta fue un militante fascista”.
Otros autores, como François Chaslin y Marc Perelman son menos perentorios, pero igualmente firmes. “Militó durante veinte años en grupos de ideología nítidamente fascista”, afirma el primero. “Las ideas fascistoides del gran arquitecto han estado ocultadas durante demasiado tiempo”, insiste el segundo.
Jean-Louis Cohen, de la Fundación Le Corbusier se dice “escandalizado, por una polémica que tiene mucho de manipulación”.
François Chaslin, autor de una biografía sobre el gran arquitecto, resume la polémica en curso con una brizna de ironía: “Hay algo de esquizofrénico en esta historia, un comportamiento que los psiquiatras conocen bien… cuando se oculta algo, durante mucho tiempo, esa realidad oculta puede volver a la realidad inmediata de manera explosiva”.
En esas estamos.
El Centro Pompidou deseó rendir homenaje a un gran arquitecto, y como tal reconocido en la historia de la arquitectura. No eran un secreto las amistades conservadoras, muy conservadoras o ultra conservadoras de un arquitecto que también tuvo relaciones más que cordiales con el régimen de Vichy, durante la ocupación nazi de Francia.
Sin embargo, esas relaciones, que muchos historiadores consideran “equívocas”, no impidieron, durante mucho más de medio siglo, que Le Corbusier fuese considerado como uno de los grandes reconstructores del paisaje urbano francés, muchas de cuyas obras están consideradas oficialmente como monumentos históricos del patrimonio nacional.
Uno de los grandes textos teóricos de Le Corbusier, la legendaria Carta de Atenas (1943) fue, durante varias décadas, mucho más que un manifiesto teórico. Llegó a ser algo muy parecido a una “doctrina arquitectónica” oficiosa de la Francia que salía de la ocupación e iniciaba su reconstrucción urbana, recurriendo a modelos que, por momentos, recuerdan las grandes construcciones “populares” de la URSS de Stalin: “grandes inmuebles” que, con el tiempo, terminarían transformándose en inquietantes guetos urbanos, en la periferia de muchas “ciudades obreras” francesas.
Varios ensayistas subrayan el “paralelismo” de algunas concepciones urbanísticas de Le Corbusier, entre el Stalin “arquitecto de la utopía totalitaria comunista” y el Mussolini “arquitecto de la utopía totalitaria fascista”. Olivier Cinqualbre, uno de los comisarios de la retrospectiva del Centro Pompidou comenta de este modo tal “ambigüedad”: “Le Courbusier es una encarnación de la arquitectura moderna, a pesar de sufrir, ahora, los ataques en regla de la nueva generación. Detrás de las utopías y la estética de cada época también es necesario recordar los grandes combates sociales y políticos de su tiempo, cuando era urgente reconstruir las ciudades y ofrecer a los franceses nuevos hogares por construir, en unas condiciones económicas y sociales muy precisas”.
El debate en curso tiene mucho de “guerra ideológica” sin cuartel. Entre los historiadores de la arquitectura, de la más diversa sensibilidad, el puesto de Le Corbusier siendo siendo de primer orden. La “arqueología” de sus ideas políticas, entre varias “utopías” (colectivistas, fascista, comunista, “buenista”) quizá ayude a comprender la “matriz cultural” donde florecieron muchos paisajes urbanos que hoy forman parte de la historia de Francia.
Como siempre, la primera crónica del asunto y la mejor de la que podemos leer por aquí.
No es ninguna novedad el hecho que Le Corbusier trabajara en la Francia de Vichy. Pero es que Le Corbusier también participó de la primavera arquitectónica revolucionaria que se vivió en los primeros años de la URSS. E incluso proyectó para la joven república de Irak, en el periodo que va de la monarquía a los jóvenes nacionalistas árabes.
Siempre buscó un cliente que le permitiera proyectar y construir sus edificios revolucionarios, y creo que no le importó demasiado la ideología del mismo.
En Italia, los mejors arquitectos modernos, con Terragni a la cabeza (quién murió en el frente de guerra), y Moretti, Albini, Michelucci… trabajaron para Mussolini, dejando algunos de los hitos de la arquitectura del sXX.
Melnikov, los hermanos Vesnin.. estuvieron en la vanguardia arquitectónica de los primeros años de la revolución, pero con la llegada de Stalin al poder, cambió radicalmente la arquitectura,por un clasicismo revolucionario muy parecido a la obra de Albert Speer, otro arquitecto ligado a un dictador, Adolf Hitler.
Siempre ha habido una estrecha relación entre la arquitectura y el poder, y hoy en día arquitectos como Zaha Hadid, Foster, Calatrava, Nouvel… no tienen ningún problema en vender su trabajo a sátrapas de todo tipo que pagan sus proyectos megalómanos.
Por cierto, la carta de Atenas pertenece al IV CIAM (Congreso internacional de arquitectura moderna) del año 33. Su publicación fue posterior, pero las ideas y conclusiones rápidamente se expandieron por todo el mundo.
Irene, Josep…
Irene,
Anda, anda… Graciasss.
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Josep,
Efectivamente, todo lo de Vichy y el puesto de Le Corbusier en la historia de la arquitectura era / es bastante conocido.
Mi crónica habla de otra cosa. Tres autores -dos de ellos arquitectos- Xavier de Jarcy, François Chaslin y Marc Perelman, han publicado una biografía y dos ensayos, haciendo revelaciones de cierta importancia. El primero reconstruye con datos inéditos un pasado que él considera fascista. Chaslin y Perelman son un poco menos perentorios, pero también inciden en un pasado que, para ellos, tuvo muchas ramificaciones, entre el estalinismo y el mussolinismo (sic) arquitectónicos. Nobody’s perfect. Ni que decir tiene: Le Curboisier también tiene defensores. Creo que los cito…
Q.-