Caldetes, Passeig del Mar, 27 julio 2016. Foto JPQ.
Ha sido el tema de este verano que no cesa, como subraya con su elegancia proverbial Manuel Cuyàs Gibert: El iot del rus.
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“La Armada toma posiciones frente a los puertos catalanes partidarios de la DUI”.
Robert Frank recuerda Caldetes.
Robert Frank descubre Caldetes, 3.
Robert Frank descubre Caldetes, 2.
Robert Frank descubre Caldetes.
Giorgio Morandi recuerda el Mediterráneo, en Caldetes.
Hopper recuerda el día que llegó a Caldetes.
El día que Hopper llegó a Caldetes.
William Eggleston descubre el Mediterráneo, en Caldetes.
Hopper vuelve a Caldetes en tiempos del Proceso.
William Eggleston vuelve a Caldetes en tiempos del Proceso.
Hopper recuerda en Caldetes los azules de su infancia.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 1.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 2.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 3.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 4.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 5.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 6.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 7.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 8.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 9.
Hopper / Cuaderno de Caldetes, 10.
Hopper recuerda a sus modelos de Cape Cod en la Cataluña del Proceso.
Hopper recuerda en Caldetes las playas de Biarritz y Cape Ann.
Robert Doisneau descubre Caldetes.
Martin Parr descubre Caldetes.
Robert Frank recuerda Caldetes.
Robert Frank descubre Caldetes, 3.
Robert Frank descubre Caldetes, 2.
Robert Frank descubre Caldetes, 1.
Marcel Duchamp descubre en Caldetes la puerta del origen del mundo, Étant donnés.
David Hockney descubre Caldetes.
Marcel Duchamp recuerda Caldetes.
Recuerdo a Duchamp despidiéndose de Caldetes.
Rothko recuerda la importancia de Caldetes en su obra.
Y esas fotos que me llegan de pronto, casi ex nihilo, procedentes de un reino mágico en que todo su territorio se apoya en la realidad. Dark Lady continúa inspirándome. La convierto en Gioconda de las letras. Tantos han sido los días que han pasado, que me alejé del Internet, que, de nuevo, me ataca amablemente la sorpresa, miro y remiro tus imágenes, leo y releo, pondero y elijo. Mientras, yo de paseo por Brihuega, Pastrana, Sigüenza, Palazuelos, dentro de una enésima reedición de un Viaje a la Alcarria hospiciano y modernista, concluyendo en esa Tendilla de los largos soportales y la inacabada iglesia, ya el pueblo muy escaso de vecinos, añosos los más. Me saluda un gatito simpático y audaz que, sin ambages evidentes, se alza sobre sus patas de atrás, maya de modo suave, se apoya en mis rodillas, deberá de solicitar comida, deploro no traerla. Casi estoy por llevársela este sábado en que, otra vez, volveré para sentarme en la plaza, cruzar después el arroyo de aguas hoy podridas, enfilar el cuestón que lleva a las ruinas del monasterio y a esas efigies de Cristo que trajo la posguerra y que abren los brazos desde lo alto haciendo creer en una santa e infalible protección. ¡Cualquiera, estimado, se llega hasta la cima, casi es obra de atleta conseguirlo!
Ricardo,
Qué brío…
Qué de sabidurías…
Que talento estilístico…
En plena forma, oye; con lo que está cayendo tiene mucho más mérito. Y, para colmo, te adivino de bueno humor…
Avanti..!
Q.-
Y aunque el estío continúa asolando la península, sobre todo la primeval Castilla y esas huertas frondosas del Júcar y el Segura, tan precisas de agua, labios que de él liban esencias de infinito (hablo de Benarabi, el místico), parece ser que aún tardarán en derramarse los cántaros del cielo; y eso que entre nosotros se gesta una tormenta demencial, tremenda, de Valle y de Solana, temo que aquella estampa de la riña a garrotazos termine con muchos en la UVI, en la del alma desde luego. ¡Voy a por la foto como niño que arranca en las vacaciones prometidas! ¡La dejo para el final, así se acrece la sorpresa!
Ricardo,
Lo dicho: el verano sienta muy bien a tu prosa…
«… labios que de él liban esencias de infinito..»
«… aún tardarán en derramarse los cántaros del cielo..»
Uauuuuuu
Qué envidia…
Avanti..!
Q.-
Gracias, estimado, lo que haría falta es que cuanto me dices pudiera ofrecerlo en una obra que sirva a los demás, que deje testimonio de una época y de unas personas que apenas tuvieron voz ni nombre, del anónimo vital que parece tan poca cosa, que no suena, que no se ve ni interesa, convertido en mendigo inconsciente que ni siquiera sabe que pide porque no le enseñaron quienes debieron estar obligados a hacerlo. Un abrazo. Vuelvo a la «soledad» periurbana de Guada. Pero el lunes o el martes toca regresar. Menos mal que también me esperan tus fotos y cuanto comentas y respondes sobre ellas.
Ricardo,
Avanti..!
Ánimo… ¡al curro íntimo!
Aquí me tienes, encantado con tus cosas,
Q.-
Vaya hombre me perdi la invasion de la armada ese verano en Caldets !
saludos
Txema,
Bueno… fue un tema de charleta vespertina, a la hora del paseo, el aperitivo y esas cosas, entre la ilusión y el desencanto.
Ilusión… se esperaba algo, qué se yo, algo. Que los rusos comprasen algo. Desencanto, no compraron nada.
Otra vez será…
Q.-
Y bebían, estimado, de las aguas del Sena, hasta poco antes de la Comuna del 70 (Creo que un escritor maldito, casi adolescente, adicto de los libros, hambriento y distraído, se ahogó al llenar el cántaro que mitigaría su sed en las horas eviternas de la buhardilla en que pasas tus sueños al papel; no recuerdo ahora el nombre del precito). ¡La Balsa de la Medusa!, un Titanic de principios del diecinueve, aún más horrible su naufragio, me hizo mirar con horror y recelo la foto del cuadro durante varios años de mi infancia curiosa que, ¡ay!, obligaba a apartar la mirada de la grandiosa composición de Gericault.
Ayer, tarde de moras, latrocinio jubiloso de esas bayas salvajes que encontramos en un ejido convertido en escombrera, al inicio de la cuesta que conduce al arruinado monasterio de Tendilla. Eran miles, millones, muchas ya maduras, escondidas bajo esos matojos de zarzales que casi precisan del machete y los guantes protectores para salir indemne de la confiscación. Unas niñas nos vieron, aprovecharon el equívoco para solicitarnos monedas a cambio de las papeletas de una «porra» de feria ignorada. No quisimos papeles. Bien les valdría a las chiquillas nuestro medio euro, invertido en esas chuches de gozoso sabor y nociva compostura. A la bajada, llevando, contentos, la bolsa repleta de las frutas y algún arañazo en las manos, escuchamos el toque del rosario. Una bandada de viejecitas (cada vez son menos, incluso la tercera edad descree) acudía, ligera, a la iglesia inacabada. Nos sentamos en uno de los dos cafés del pueblo, rodeados de abuelos y, de súbito, surgió frente a nuestros ojos, un pelotón de muchachas veraneantes a quienes atribuyó nuestro sentir belleza, alegría, y nuestras ganas de verlas por allí ramoneando en torno a la taberna. Luego, noche de moras, y esperando repetir su búsqueda, si es que no se agostaron, ya que los niños no se las llevan, parece que no les gustan, a lo peor, plato de pobres las consideran o les han dicho que, antes de consumirlas, deben pasar por un proceso de asepsia y desinfección . Un saludo, que mucho me ha gustado la foto de hoy.
Ricardo,
Ah qué bien, encontrarme entre tus moras y las moras de mi infancia, que ya ni me acuerdo de ellas, cuando siguen estando ahí, muy hondo, dentro de mi.
Esos niños navegando rumbo a ninguna parte en la balsa de una Medusa que viene de Gericault me asaltaron con una brizna de melancolía, si. Hace siglos recomendé a unos estudiantes de bachillerato el comportamiento de Huck Finn, enarbolando una bandera negra, que algo tenía que ver con la Comuna zamorana concebida no lejos del Sena, no,
Q.-
Pasé la tarde del viernes y del sábado recogiendo moras en Cap de Creus, feliz pese a los daños en ropa y piel.
Ya se han convertido en mermelada, deliciosa, pese a que muchas eran pequeñas y secas.
Otra cosa es la inquietud intestinal: ¿habrá habido suficiente asepsia en el proceso? ay….
Jordi,
Ah… me recuerdas mi infancia. Subido a una morera, cogiendo y comiendo moras, hasta cansarme y volver a casa la cara sucia, la ropa sucia, con un botín de moreras en los bolsillos y en una cartera de colegio, cuadernos y libros manchados, para horror de mi madre, que ponía un grito en el cielo…
Todas esas sutilezas de la asepsia hubiesen sido incomprensibles para mi, claro.
Qué infancia tan feliz, la mía.
Q.-
PS. Graciassss
Ya estoy preparado para ir «de moras» el próximo sábado. ¡Nos vamos a traer un kilo! ¡Hay para dar y tomar! Quedarán bien lavadas, por supuesto, que con tal cantidad nos durarán un par de días. Ya que hablas de la Comuna Zamorana, estimado, pienso que debería darme una vuelta por el Bosque de Valorio, y recordar a García Calvo y sus paseos por esa vieja acrópolis levítica, yendo desde la llamada «Farola» hasta el extremo de las ruinas del castillo, erguidas sobre el Duero. Un par de veces dialogué con él en ese parador renacentista sito en mitad de la histórica urbe, y luego fuimos por San Torcuato, caminando hacia los restos de la muralla. ¡Me has traído recuerdos de Zamora, imágenes del Molino, los tres árboles, las islitas, la empinada calle Quebrantahuesos, nunca más precisamente bautizada; todos se adunan de un barniz sentimental, de imposibles chicuelas guardadas en la mente, aún ahora!
Ricardo,
Ah… Agustín merece un recuerdo y presencia que le niegan incluso sus más antiguas amistades discipulares (sic). Por mi parte, no conozco esa Castilla profunda. Hace un par de años recalé por Tordesillas. Hace unos meses estuve en Segovia. Hace siglo estuve en León. Nunca he estado en Soria. Hace siglos que no he vuelto a Toledo. De Cuenca, ay… Me dirás que hablo de muy distintas geografías e historias. Sin duda. Cosas de mi ignorancia. Tu me perdonarás.
Te deseo suerte en tus aventuras «morunas».
Avanti..!
Q.-
Castellano internacional, que era; y aquí me ves compartiendo su recuerdo, y tu me lo haces más mío. ¡Qué distintas Castilla y la Vega del Segura!, ¡como marcaron ambas mi infancia!: de manera más gozosa aunque melancólica Murcia y Alicante (hirientes destellos de esas adolescentes en flor que acabas de mencionar e incluso aportas su foto-testimonio); más grave, más tremendo, aquel secarral de colinas desnudas y vastos trigales entre cuyas distancias percibías pueblines decadentes, medio oxidados, iniciando los vecinos jóvenes un éxodo que, en parte, los despobló. Invierno en las riberas del Segura y el mar de Torrevieja, Águilas, Cartagena…; verano en los alcores de Soria y de Segovia, de Burgos, de las tierras de Urbión; una escapada en primavera y en Otoño a Barcelona y a Málaga, a la Palma antigua en busca de sus desayunos de ensaimadas; la Navidad, en Córdoba y en Sevilla, rastreando estratos de solares para saber si construyó allí el árabe o el romano luego de haber hecho estación en los cafés y preguntar al parroquiano que si es del Betis o del Sevilla; calle de las Sierpes, alcores de la Arruzafa y las Ermitas, ¡cuántos de los ilustres del 27 los pisaron! Dicen los viejos que en las Semanas Santas de las dos grandes capitales béticas huele a jazmín y a limonero. Muchos siguen creyendo en el milagro; , y el milagro, estimado, el tuyo y el mío, el nuestro, es la mar, ese piélago bondadoso que a veces encrespa la Tramontana y mueve los barcos, anega, asusta a los pescadores; pero son muchas las jornadas en que su vista, los paseos por las playas y las imágenes de las adolescentes en flor que pueblan sus riberas, entrega motivos de alegría, seduce, nos proporciona goce. Un saludo.
Bello viaje nada imaginario y muy mironiano por esas tierras de las Españas, tan diversas y perfumadas, cuando los lugareños no se dan al deporte castizo del duelo a garrotazos…
Me digo que igual podía escribir las memorias de esos viajes íntimos… Avanti..!
Q.-
Y esos viajes, estimado, ¿a cuántos interesarían?, ¿alguien iba a mercar esos artículos?; peor ahora, en que hacen aguas los periódicos y las revistas, se venden menos libros, todo lo arrastra el Internet: buscan prosa directa, simple, asequible a la inmensa mayoría que no lee. ¿Es el crepúsculo de las letras?, ¿es intervalo que conduce a otra era, equivalente a la separación de la física clásica de la física cuántica? ¡Que nos cojan confesados!
Por ese terreno, Ricardo, ay, todo lo veo muy negro.
La tiranía de la ignorancia, el mal gusto y la zafiedad avanza a paso de carga, arrasándolo todo a su paso.
Cómo dudarlo.
Un gentleman solo defiende causas perdidas, oye,
Q.-
Resulta que, al final, ese gentleman únicamente defiende su propia causa perdida, olvida el resto, se pierde en la historia, tampoco ayuda a los demás, ni siquiera asume el papel de rebelde, acaba convertido en melancólico hombre gris, súbdito de una muy suya era de Acuario en que soporta una menos terrible escatología. Saludos, estimado, mucho me gusta la foto del hombre caído, ¿puede pasar a alguien la antorcha antes de que las Escuadras de Aniquilación se lo lleven al paraíso de una eutanasia que él no hubiera requerido? Quise más bien verle voluntario de una Odisea en el Espacio del 2051.
Ricardo,
… en verdad, creo que hay mucha gente que resiste e intenta contar otras historias: otra cosa es que esa gente sea visible y audible. Justamente, un gentlemen solo defiende causas perdidas… en silencio, capaz de resistir y morir, en silencio, solo.
Es la ética de un legendario poema de Tennyson… John Milius, al-Raisuli, el waldgänger y los seres celestes,
Q.-
PS. Todos estamos solos. La ética del hombre solo capaz de morir como un hombre, en soledad viene de Gran estilo / Estilo nombre castellano, JB incluido, claro está.
La muerte, estimado, como dijo Mao Tse Tung al referirse al final de Norman Bethune, médico-cirujano solidario (también actuó, y mucho, en nuestra Guerra: fue testigo del éxodo sangriento por la carretera Málaga-Almería), pesaba, en ese caso, más que una montaña; las otras, las muchas, como una pluma. Estamos, entonces, con el pesa-me, pesa-más, pesa-nos, pesa-le, y un largo etcétera de convicciones y afecciones referidas a ¿lo más serio, lo importante, el epítome de lo que es y se convierte siempre en la suprema Categoría, en el concepto de mayor extensión posible? Detrás (deseándolo) el Gran Estilo solitario, la arribada de La Flaca junto a un árbol aislado de un alcor que avizora una llanada de encinas a la que riega un arroyo que ha secado un pertinaz verano como es este. Arrimado al tronco, el burrillo Platero, casi tundido por la cuesta, la calor, el magro peso del jinete, ahora penetrando en la agonía en que, a ráfagas, atraviesan la mente algunos de los proyectos ideales que nunca consumó ni emprendió; tampoco le consuela el sic transit gloria mundi, quede ese latinajo para cristianos espantados; no están presentes JB ni el Miró de los campos; ¿adónde los llevaron?, ¿les alcanza la muerte de las muertes?, ¿cuál es de ellas?, ¿quieren que permanezca en esquela alguna?, ¿dicen algo sus libros?, ¿dónde se encuentran las palabras que en la mente se quedaron? Juan Ramón en Moguer, ¡qué tiempos los suyos!
Ricardo,
Bella elegía… con la que discrepo en un punto esencial: Miró y JB están presentes por todas partes.
Que los citen o dejen de citarlos es cosa de necios & necias. Cosa de la tiranía de la ignorancia que nos acosa, cerca y amenaza.
Detalles que, siendo tan esenciales, no tocan en absoluto a mi moral olímpica: yo creo en el Logos y la palabra, indemnes, frente a las tormentas del tiempo que todo lo devora y destruye, a la manera del Ángel de la Historia de Klee – Benjamin – Scholem.
Amen,
Q.-
La moral olímpica, estimado (por suerte o porque sí), es inmutable; lo será aún más el Logos, quedará indemne durante la vida de la tierra; nunca será elegía sino eulogía, algo ha de llegarnos a nosotros. ¿Y si Miró y JB terminan viviendo en menos mentes, quedan estacionados en la tuya y en la mía, se les marcha la gana de salir de allí, se convierten en extrañas y afectuosas egrégoras personales, también tu y yo en emanaciones de ellos? Y las artes de las letras enlazan con la física de los cuantos, y la magia de la incertidumbre del electrón devuelve intenciones, realidades, hace la obra de los dos y de los cuatro… ¿Escapará más lejos, Juan Pedro, se hará carne de palabra, comunión creativa de la escrita voz? Asunto de fe, también de esperanza.
Ricardo,
Asunto de fe y esperanza, sin duda. Pero algo más, también. Cuestión esencial…
El Nietzses del Origen de la tragedia viene a decir que, en verdad, la vida y la creación toda, sus orígenes e historia, solo tienen / cobran sentido a través de la palabra, la cultura, el arte, el Logos, en definitiva.
Hubo otros héroes anteriores a la Odisea. Homero recuerda que, en verdad, nada sabemos de ellos: no tuvieron la suerte de encontrar un poeta que contase sus historias…
… se publican millones de «libros»: perfectamente vacíos, en no poca mayoría. Solo algunos libros genuinos aportan algo a la arquitectura espiritual de su tiempo y el nuestro. No se trata de una «ilusión», «fe» o «esperanza». No. Se trata de algo bien real, material e inmaterial, a un tiempo.
Avanti..!
Q.-
Me devuelves a Pla y su gran asunto de la Mediterraneidad Mágica y Realista. Debo abundar en su lectura. Hasta ahora, solamente fueron breves recensiones, frases, palabras, fijo yo más en el «paisaje» de Pla que en la obra que nos deja. Por lo que escribes, veo que forma parte de tu destino (y de Destino), ayuda a rellenar tu ser, reconoces el mérito que tuvo y que aún queda dentro del recato, conventual, de menos resonancia que cuanto vale y significa para el acervo de la literatura hispánica.
Ricardo,
Más o menos, efectivamente. La bahía de Cadaqués, hacia el alba, descrita por Pla, oscila entre Lucrecio y Virgilio. Es un autor Muy Mayor, víctima de la bárbara incultura que nos amenaza, en efecto.
Cool.
Avanti..!
Q.-
Sí, estimado, se nos escapa, se lo lleva una moda que nunca estuvo de moda, y menos mal que no pueden arrebatarnos el Cabo de Creus, Port Lligat, Cadaqués y su bahía. Forman parte de nuestra latinidad, son lo mismo que el ciprés, los gloriosos olimpiónicos, todo aquello que floreció en el pasado y es, asimismo, Pla, y el Joven Quiño y sus desafíos, las californias y la contracultura, desde el «Mare Nostrum» hasta los procelosos mares de Jan Mayen, Alaska y esa tierra verde que, nada más coronar la cuesta de las playas, es puro glaciar. ¿Hay sitio para Proust y para Kafka en esas casas tan lejanas de Roma y del mismo círculo bárbara que floreció más allá de los limes? Woodstock y París 68 eran el alba de un nuevo limes tecnológico mutado en algazara vital, en la magia de la que tanto esperas, en ese Logos que poco o nada tiene que ver con los viejos dioses.
Ricardo,
Ah… evidente que Proust & Kafka y la Europa danuviana tienen su puesto en todos esos mundos. Ovidio, en el destierro, quizá fue el primero en hablar del diálogo entre la Europa mediterránea y la Europa danuviana. En el caso de Proust… basta recordar su pasión por Fortuny: todo comienza en las aves pareadas del gran arte andaluz y mozárabe…
Q.-
PS. Rescatando viejos textos advierto, encantado, que no estoy nada alejado del joven Quiño, no. Continuará.
Pues esperamos los viejos textos del joven Quiño. Me viene Ovidio, ¿te le imaginas, año tras año, envejeciendo sin esperanza pegado a las riberas del Ponto Euxino, a las gélidas aguas del Duna? Y si llega el perdón, ¡tantos meses para volver a Roma, puente tras puente, vado tras vado, presa de bandoleros dacios o mesios, legua tras legua!, favorecido por los dioses si veías el Capitolio en menos de 100 días… ucronía del regreso de Ovidio, que se va a California con Quiño para gozar las rubias de Muscle Beach o Marina del Rey, leer inéditos cómic underground en esa jerga de no se sabe si de anglos, jutos o sajones y pedir cita a los gurúes metafísicos que conocen la entrada y la salida del Otro Lado y hasta pueden «contactarte» con Hesíodo y Homero sin requisito previo de recorrer esa Estigia que conoce muy bien el Caronte de la cara de palo y facha de pirata cual bisabuelo de Huckleberry Finn que ha cruzado la Baja California en busca del Galeón de Manila. ¿Quiño y Ovidio filibusteros de la voz, robando en corazones de doncellas secuestradas, horras de cuerpos voluptuosos, faros de encantadora faz, que hacen bandera en sus cabellos, largos y undosos yo imagino?…y etc, etc, etc, ¡que no sigo!, ¡que atraigo al Guerrero del Antifaz!, ¡que le sigue el Capitán Trueno y Santiago cierra España!, ¡que este nos bloquea nuestra costa desde Irún hasta Port Bou!, ¡que no deja libre el mismo Portugal¡, ¡que luego nos amuralla los montes de Pirene!, ¡que Quiño y Ovidio se quedan en París!, ¡que mucho cuidado con los apaches!
Ricardo,
Ahhhh… en qué buena compañía me encuentro. De Roma a París apenas hay un trecho, pasando por la California del Sur, si, Los Angeles…
Graciasssss
Avanti..!
Q.-