RuedeSèvres a la altura del Hôpital Laennec, 26 julio 2019. Foto JPQ.
En algunos casos, el Asesinato de París se agravó construyendo edificios públicos, incluso hospitales que, andando el tiempo…
[ .. ]
… se convertirían en edificios peligrosos para la salud pública → El asesinato de París → El asesinato de París 2.
[ .. ]
Hôpital Laennec, ca. 1839, Corard.
Ricardo Lanza says
El café, en parte (y creo que en porcentaje sustancioso), me pareció también un intento de esconder a la muerte, de «conseguir» que llegue más tarde y nos sorprenda en mejor estado, al margen de ese perenne y turbador «memento mori» tan repetido por aquellas religiones tremendistas. ¿Arden París y sus recuerdos? ¿Se asesina a la historia en esa urbe? ¿Es necesario lo que se hizo y se repite? Un notorio fragmento de nuestra identidad occidental se encuentra en esa tierra, y son sus remembranzas pura loa a los ancestros nuestros, apertura de ese campo de eternidad en que deseamos conocerlos, convencidos creyentes en la magia, ya no sé si del Ex nihilo, de la plural combinación de la física de partículas o de un ensueño atrapados en la muerte, estimado. ¿En que villa gloriosa se ha asesinado más su patrimonio y su sentido? Valdría una estadística, una secuencia de preguntas y respuestas a cargo de suficientes ciudadanos, ahora que estamos en la era de continua inquisición gracias (y a la vez a pesar) a la informática, estimado.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Bueno… el Ángel de la Historia de Klee, contemplado por Walter Benjamin, contempla el campo de ruinas del eterno retorno de la catástrofe… al mismo tiempo, el mismo Benjamin nos invita a descubrir en los despojos más nimios e «intrascendentes» señales, espejos, rastros y rostros de nosotros mismos, caminando hacia algún lugar que descubrimos caminando, claro… de ahí mi «optimismo»: nada de dejarse «embrujar» por el nihilismo… la determinación a seguir caminando, contemplando, mirando, admirando, escribiendo, incluso fotografiando…
Q.-
Fina says
Admirado Don Ricardo Lanza,
No había asociado el intento de esconder la muerte tras un aromático café para “conseguir” que llegue más tarde y nos sorprenda en mejor estado.
«…y dejar correr el tiempo, sin prisa, pero degustando las horas que pasan, no siempre en vano,…», como bien dice Quiño.
Creo que a partir de ahora voy a deleitarme, todavía más en este ritual…
Buenas noches.