“Una indagación en las raíces pictóricas del cine y en especial en la influencia de las formas narrativas de las obras de Goya en la narrativa cinematográfica”.
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El influjo de Goya
Enric Alberich
Además de avezado periodista, Juan Pedro Quiñonero (Totana, Murcia, 1946) es un reputado novelista, fotógrafo y ensayista, que ha destacado siempre por su arraigada singularidad.
El cine comienza con Goya (Cátedra) , el título de su último ensayo, es ya toda una declaración de principios y una muestra de su voz propia, de su característica osadía. Obviamente, el autor no pretende demostrar en sus páginas que Goya inventara literalmente el cine, o que el vínculo entre cine y pintura emanara únicamente a partir de él. Sabe de sobra que otros muchos pintores precedentes han sido fuente de inspiración fílmica, y tiene la elegancia de reconocer que las raíces y la originalidad visionaria de Goya no pueden entenderse sin su previo cono cimiento del quehacer de artistas como Reynolds, Blake o, sobre todo, Hogarth, cuya obra ha sido estudiada con frecuencia como palpable precedente de la narración visual contemporánea. Pero lo que sí afirma Quiñonero, y con razón, es que Goya es el primero que, desligado de las tradiciones míticas, religiosas o culturales que condicionaron a sus antepasados, logra introducir en la historia general de la narración visual un recurso expresivo fundamental, que da origen a un idioma universal: sus retratos son también relatos, nos invita a descifrar fábulas contadas en imágenes como nadie lo había hecho antes.
Como señala el autor, en su serie de los Caprichos, en los Desastres de la guerra o en los Disparates, Francisco de Goya “se sirve de distintos planos, perspectivas e iluminaciones, editando y montando sus imágenes en secuencias visuales, y es la sucesión de las imágenes la que contiene un sentido definitivo y más pleno del conjunto”. Este idioma universal, visual, será la base sobre la que luego se sustentará el cine mudo, y los grandes maestros de la modalidad, como Méliès, Griffith, Murnau, Eisenstein o Lang, serán tributarios de ella de manera más o menos consciente, al igual que los grandes creadores del cine ulterior, modeladores de unos arquetipos fundamentales.
Para Quiñonero, los Desastres de la guerra suponen el primer documental de la historia, y su huella se percibe en todos aquellos grandes filmes que, como Apocalypse now o La chaqueta metálica, reflejan la esencia del hecho bélico. De modo similar, la unión en un mismo plano de lo realista, lo alegórico y lo onírico, tan definitoria del pintor aragonés, halla una feliz correspondencia en las películas de Buñuel o de Hitchcock. Excelente dibujante y confeso admirador de Goya, Akira Kurosawa, por su parte, basa su trabajo en la simbiosis de lo mejor de las tradiciones culturales de Oriente y de Occidente. El autor establece asimismo vínculos entre la obra de Goya y la de cineastas tan dispares como Dreyer, Godard, Welles, Huston o Billy Wilder, vínculos a priori sorprendentes pero que los razonamientos del ensayista consiguen llevar a buen puerto, iluminando relaciones en principio insospechadas. También incide en el caso de Kubrick, y muy en especial a propósito de Barry Lyndon, título capital en lo relativo a la fusión entre cine y pintura, un filme muy supeditado a lo plástico y harto referencial, y que expone visualmente un profundo desgarro interior de matriz goyesca. Y no podía faltar a la cita Goya en Burdeos, de Carlos Saura, “síntesis inconclusa de las relaciones y el diálogo íntimo de Saura con Goya, presente del principio al fin de toda su filmografía”.
El libro no escapa a ciertas reiteraciones de conceptos y, claro está, a alguna que otra afirmación discutible que resultaría imposible rebatir aquí con brevedad, pero constituye un estimable conjunto de reflexiones, un sugestivo tejido de asociaciones estéticas y culturales que logra seducir y atrapar al lector. El volumen entra de lleno en aquello que los pedantes llaman intertextualidad, y que no es más que el estudio de las conexiones entre medios expresivos diferentes, y lo hace de una manera lúdica y atractiva, sin ínfulas innecesarias, compaginando con ejemplaridad la erudición y la amenidad. La Vanguardia, 10 octubre 2020, Enric Alberich, El influjo de Goya.
El cine comienza con Goya / Quiñonero 3.
El cine comienza con Goya / Quiñonero 2.
El cine comienza con Goya / Quiñonero.
El cine en tiempos del coronavirus … de Goya a Scorsese, pasando por Hitchcock y Los Asesinos.
El cine comienza con Goya … cocinilla de esa historia.
Día del Libro, Sant Jordi, en tiempos del coronavirus… vistos por Goya, el cine y Quiñonero.
Juan Pedro Quiñonero nos explica la crisis del coronavirus a través de Goya
Goya.
Cine.
Fina says
Quiño,
Estarás orgulloso de las palabras que te dedica Enric Alberich a ti y a tu libro. Felicitaciones!!!
A veces me siento como una hormiga en este INFIERNO de euruditos… Si no fuera por mis ansias de aprender creo que ya me habría rendido hace tiempo.
Qué verdad cuando te dice:
» … compaginando con ejemplaridad la erudición y la amenidad.
Pienso que todos nacemos con ciertos dones y gracias que, si somos capaces de cultivar, dan sus frutos, como en tu caso.
¡Brindaré por tus éxitos!
JP Quiñonero says
Fina,
Enric es muy generoso, claro.
Sí… estoy contento, claro.
Brindisssssss .. ah… una copia de cava, qué biennnnn
Q.-