Rue de Buci, 13 abril 2020. Foto JPQ.
¿Alguien propondrá pedir algo parecido para el cocido madrileño, los alfajores andaluces, las yemas de Ávila, los gazpachos manchegos..?
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Culminando veinte años de esfuerzos nacionales, la baguette / baguete, la barra de pan de tradición francesa, ha sido inscrita en el patrimonio cultural inmaterial de la Unesco, estimando que se trata de una “tradición artesana, expresión viva de tradiciones transmitidas durante siglos”.
Con esa declaración, los gremios de panaderos y pasteleros, el Estado y todos los gobiernos de los últimos veinte años, terminan consagrando la barra de pan de la “auténtica tradición francesa”.
El proceso comenzó con un decreto gubernamental del 13 de septiembre de 1993, presentado a la Asamblea Nacional (AN, primera cámara del Parlamento francés) por el gobierno de Edouard Balladur (conservador), con François Mitterrand (socialista) como presidente.
Aquel decreto definía con precisión las características de la auténtica baguette / baguete francesa: una longitud de 65 centímetros con 4 a 6 centímetros de “ancha”, cocida en unos hornos con características precisas, utilizando harinas y cereales nacionales, descritos con rigor técnico.
Siguieron años de concertación artesanal y gubernamental hasta que, finalmente, el 2018, la Confédération nationale de la boulangerie-pâtisserie française (CNBPF, Confederación nacional de la panadería – pastelería francesa), pidió al presidente Macron que presentase la candidatura de la baguette / baguete nacional a su inscripción en el patrimonio mundial inmaterial de la Unesco.
Los panaderos y el Estado avanzaron estas razones: “Nuestra baguette / baguete nacional es la envidia del mundo entero, un símbolo por excelencia de nuestro saber hacer. La baguette / baguete forma una parte esencial de la historia particular y la vida diaria de todos los franceses, presente desde el desayuno a la cena en todos nuestros hogares”.
Cuatro años después, la Unesco ha concedido ese título muy particular a la barra de pan de la tradición nacional francesa.
Más allá de la gloria, esa consagración internacional llega en un momento nacional muy oportuno. Durante los años 50 del siglo pasado, en Francia (68 millones de habitantes) había unas 50.000 panaderías. Hoy, solo quedan 30.000. Elemento capital de la dieta francesa, la baguette / baguete también está sufriendo de los efectos secundarios de la crisis energética mundial.
Oficialmente, desde hace dos años, el precio de la baguette / baguete normal es de 80 céntimos de euro. Sin embargo, todas las panaderías ofrecen una gama muy amplia de baguetes: “tradicional”, “con nueces”, “con cereales”, “aromatizada”, entre otras, con precios que van de 1,10 a 1,80 euros. Ante el aumento de los precios de la energía y los cereales, la CNBPF lleva días anunciando que muchos panaderos piden el aumento del precio oficial de la baguete clásica de base. Tras la consagración, en la UNESCO, el aumento directo o indirecto parece bastante probable. ABC, La baguete francesa, consagrada como patrimonio cultural inmaterial de la Unesco.
Verneuil-sur-Avre y la primera baguette de tradición francesa.
Parisina con sus dos baguettes en el mercado más cosmopolita de París, Aligre.
Parisina chic con su baguette, rue de Rennes.
Macron quiere la “baguette” como patrimonio mundial.
Año nuevo… la panadería, la pastelería, la lámpara de Aladino, Última Tule.
Fina says
Quiño,
No estaría nada mal pedir algo parecido para ciertos platos tradicionales de la cocina española que realmente merecen ser preservados.
Me parece muy bien esta merecida distinción a la baguette francesa.
JP Quiñonero says
Fina,
Elemental, sí.
Retomé esta historieta como “ejemplo”, efectivamente … en estos terrenos, los franceses, defendiendo sus cosas, son un ejemplo muy positivo, creo,
Q.-