Descubro la historia en el Herald Tribune. A 1900 kilómetros de Moscú y 160 del círculo polar ártico, el alcalde de Vorkuta, Igor Shpektor, ha concebido un proyecto de modernización económica de nuevo cuño: construir un “Gulag para turistas”.
A juicio del alcalde, los planos y restos bien conocidos de los campos de trabajos forzados, construidos durante la era comunista, podrían “modernizarse” y “adaptarse” al turismo de masas. Por una módica suma, los turistas europeos, japoneses y norteamericanos, podrían vivir durante una semana la “experiencia única” de “una temporada en el infierno”.
Igor Shkektor espera convencer a los grandes inversores internacionales, constructores de parques temáticos (Disney, Tierra Mítica, Asterix, etc.), para realizar su proyecto de reconversión económica de la región.
El proyecto municipal de Vorkuta no solo encuentra apoyos administrativos y políticos al más alto nivel. Algunas maestras, como Tatyana Andreyeva, estiman que “se trata de algo peor que un sacrilegio: algo tan diabólico como reconstruir Buchenwald con fines turísticos”.
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Que la construcción de un Gulag turístico, una suerte de Disney Gulag, sea algo endemoniado quizá sea fácil de admitir. Sin embargo, me asaltan dudas de otro tipo:
—-¿Cómo calificar el comportamiento de quienes construyeron hoteles, apartamentos y salas de fiestas en los mismos lugares donde estaban los campos de concentración franceses en Saint-Ciprien o Argelès, silenciando sin una modesta placa de recuerdo los lugares propicios al turismo —-desde hace años—- donde cayeron tantos millares de víctimas inocentes, consideradas como indeseables por el delito trágico de haber perdido una guerra civil?.
—-¿Cómo calificar el comportamiento de quienes continúan callando cuales eran las exactas relaciones entre los nazis y los reclusos “administradores” (políticos) de algunos campos de la muerte, como Buchenwald, precisamente?
Jesús Calero says
Visto cuál es en todo lugar del mundo el discurso que la realpolitik prepara para las víctimas, apaga y vámonos. Hay que oírlas ¡con respeto! Un amigo me recordaba la escena del Alcalde de Zalamea, cuando mandan ponerle los grillos y llevárselo preso, pero con mucho respeto.
Viviré con tu nombre y morirás con el mío. Tatachán. Y ole.
Javier says
Es triste comprobar como, a diario, se comercializa con el sufrimiento ajeno en un ritual mediático inmundo. Nos hayamos en tiempos donde todo vale en aras del presunto beneficio económico que produce.
Ya no se respeta la memoria histórica, ni sus víctimas, ni su dolor…
Pero yo también me preguntaría ¿no es igual de triste que haya gente dispuesta a pasar una temporada en el infierno? No estamos hablando de educación o de cultura sino de entretenimiento puro y duro.
¿Esta sociedad vacía de valores, acostumbrada a traficar con sentimientos, inundada de zafiedad y tolerante con el horror y la injusticia, no es ya un infierno?
Jesús Calero says
Los gnósticos pensaban eso precisamente, que este es el infierno, que somos ángeles caídos, pero yo estoy más con Altolaguirre
Dicen que soy un ángel
Y, peldaño a peldaño,
Para alcanzar la luz
Tengo que usar las piernas.
Cansado de subir, a veces ruedo
Tal vez serán los pliegues de mi túnica,
Pero un ángel rodando no es un ángel
Si no tiene el honor de llegar al abismo.
Y lo que yo encontré en mi mayor caída
Era blando, brillante;
Recuerdo su perfume,
Su malsano deleite.
Desperté y ahora quiero
Encontrar la escalera,
Para subir sin alas
Poco a poco a mi muerte
Juan Pedro Quiñonero says
Pues eso, JGC.
Recuerdo un verso de Emilio Prados, que conocía a su Caína y decía:
«Soy la voz de mi muerte…»
El poema de ese verso se llama «Sangre de Abel».
Borges, don Antonio y la Biblia dan a ese verso el contexto tradicional de las cosas de Caína.