Pedro Almodovar cuenta con precisión y talento el origen último de su última obra, Volver: “Cuando era niño, coleccionaba fotos de estrellas de cine. Eran imágenes de sueño, muy alejadas de la realidad simple y pobre que yo conocía. Es necesario contar historias para ligar esos dos mundos extraños”. De ahí, sin duda, lo atractivo de una parte de su obra: filmar la Mancha manchega, a la luz de Billy Wilder, Frank Capra, o Michael Curtiz.
Tarea salvífica, que no sé si consuma la novela española (gallega, catalana, vasca, murciana, andaluza, etc.) de los últimos veintitantos años: contar la historia del GAL a la luz de las Comedias Bárbaras de Valle Inclán. O nuestra participación en la guerra de Irak, a la manera del Cela de Pascual Duarte. Nobody’s perfect.