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Monet, siempre Monet…
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UN ALDABONAZO
Los directivos de la Réunion des Musées nationaux (RMN) y el Grand Palais esperan que la gran retrospectiva Claude Monet (1840 – 1926) tenga un éxito “histórico”: más de 500.000 visitantes en apenas tres meses, confirmando que el patriarca fundador del impresionismo es, al mismo tiempo, uno de los pintores más populares de todos los tiempos y uno de los pilares del arte contemporáneo.
Thomas Grenon, director general de la RMN, comenta: “Más de 83.000 entradas han sido ya reservadas a través de internet. Antes de inaugurarse, la retrospectiva Monet ha despertado un fervor excepcional. Esperamos para esta exposición más visitantes que para nuestro último gran éxito, con Picasso y los grandes maestros de todos los tiempos”.
Guy Wildenstein, marchante y especialista, explica el fenómeno de este modo: “Monet siempre ha sido un artista popular, el pintor preferido de los norteamericanos, los japoneses y los franceses. Monet tiene sobre la gran mayoría de los grandes maestros contemporáneos su condición ecuménica: es “comprensible” por toda la familia, lo que no siempre puede decirse de otros”.
DE LO MODERNO A LO CONTEMPORÁNEO
Comisariada por el presidente y los conservadores del Museo d’Orsay -el templo de los impresionistas franceses, y algo más- la retrospectiva Claude Monet ha reunido más de dos centenares de obras desperdigadas en Europa, EE.UU. y el Japón, “arropando” las grandes colecciones francesas del artista, ya de por sí excepcionales.
“Sería necesaria casi toda una vida, viajando por varios continentes, para ver todas las obras reunidas, por vez primera”, comenta con una brizna de orgullo Guy Cogeval, para insistir en el trabajo de “hormiga” que ha sido necesario, durante varios años, para poder reunir en una sola exposición doscientas obras maestras dispersas en museos de varios continentes.
Más allá del esperado éxito comercial, nada desdeñable para la economía del ministerio de Cultura, esta retrospectiva aspira a dejar su propia huella en la magna historia de las exégesis del puesto de Monet en el advenimiento del arte moderno y contemporáneo.
AGONÍA Y RESURRECCIÓN DE LA PINTURA
Goya y Turner, entre otros, ocupan siempre el puesto majestuoso que ilumina la modernidad pictórica. Grandes movimientos, como el de los románticos alemanes, precedieron el aldabonazo impresionista, que suena, glorioso, con una legendaria obra de Monet, Impresion, soleil lévant (1872). Desde esa obra, hasta la no menos legendaria serie de las Nymphéas (1904 – 1909), el arte moderno sufre un cataclismo que pone fin a todas las tradiciones que venían del Renacimiento. Los “ismos” que vendrían, durante varias décadas, ampliarían los efectos sísmicos de tales convulsiones.
Con Picasso, la pintura se precipitaría en insondables abismos, de los que todavía no se ha recuperado. Con Monet, la pintura ha desembocado, ya, en la abstracción lírica: pero todavía está en pie la pintura de caballete, la pintura retiniana. La vieja pintura figurativa agonizaba. Monet anuncia la desaparición de la figura humana en el cuadro. Pero su obra se encuentra en el umbral donde todavía se cruzan la pintura de ayer y la pintura de mañana.
UN MUNDO NUEVO, SEMINAL
La retrospectiva del Grand Palais permite explorar esas raíces y caminos, esenciales, cuando las nuevas figuraciones y la muerte histórica de las vanguardias comienza a suscitar muchas revisiones de la historia general de la pintura del siglo XX.
Adorado por el gran público, bien catalogado y estudiado, Monet nunca ha estado ausente en ninguna historia de la pintura. Las vanguardias veían en él un precursor de la abstracción lírica. Las escuelas figurativas más diversas reconocían su magisterio permanente. Hoy, como ayer, Monet continúa siendo una “bisagra” esencial: su primera pintura de caballete, ante los paisajes de Normandía o Argenteuil, nos habla de aquellas lejanas batallas de la ruptura con la pintura académica de su tiempo; las Nymphéas, al fin, siempre, inauguran un mundo nuevo, intacto y glorioso, seminal.
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