
Passage Jouffroy, 12 abril 2021. Foto JPQ.
Juguetes y marionetas, tan esenciales en las reflexiones de Benjamin y Heinrich von Kleist sobre la infancia y la matriz de nuestra identidad.
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Walter Benjamin y los pasajes de París, en tiempos del coronavirus.
Entre 1798 (Passage du Caire) y 1847 (Passage Verdeau), aproximadamente, en París se construyeron una veintena / treintena de pasajes: calles cubiertas, convertidas en galerías comerciales, entre edificios… cuyo primer gran triunfo social se confunde con la modernidad: la construcción de esas galerías coincidió con el advenimiento de la fotografía, el cine, una nueva vida social de la burguesía ascendente, convirtiéndose en lugares propicios al vagabundeo del flâneur, errante entre “les foules” que vagabundean por les grands boulevards.
Baudelaire, André Breton y Louis Aragon hicieron entrar los bulevares y los pasajes en la mitología del arte, la literatura, la cultura francesa moderna. Walter Benjamin soñó con escribir un libro finalmente nunca escrito, acumulando millares de páginas de notas, citas, reflexiones, materiales de una obra por escribir que terminó convirtiéndose, para él, en una suerte de pesadilla visionaria: “El trabajo en los pasajes adquiere un rostro cada vez más misterioso e inquietante y aúlla en mis noches como una pequeña bestia cuando no los he empapado en los manantiales más remotos durante el día. Dios sabe lo que hará si la dejo ir algún día…” llegó a escribir Benjamin a Gershom Scholem, en una carta del mes de mayo de 1928.
Walter Benjamin y las metamorfosis de los pasajes de París.
París, la rentrée… Último chic, los pasajes.
Quiño,
Gracias por mostrarnos más pasajes de tu París…
Fina,
Encantado… los pasajes, ah …
Q.-