Sin hacer psicoanálisis de la peor especie (y, siendo lector devoto de las desventuras de Lolita, siento la tentación de gritar: “¡Abajo la secta vienesa..!”), quizá no sea excesivo pensar que la tiranía religiosa islámica impone a muchas mujeres iraníes o libanesas -por no hablar de la condición de la mujer en todos los países musulmanes- una dolorosa dictadura, que no todas las mujeres libanesas o iraníes soportan; ya que muchas de ellas son capaces de tirarse a la calle pidiendo libertad para sus almas y sus cuerpos, en flor.
De ahí que la vida íntima de muchas mujeres musulmanas jóvenes quizá esté atormentada por fantasmas de miedo, angustia, terror, sexualidad y libertad, anhelada. En mi adolescencia, era de buen tono entre los jóvenes ilustrados leer libros como el de Xavière Gauthier sobre Surréalisme et sexualité. Hoy, la atormentada emancipación en curso de las mujeres musulmanas reinstala la sexualidad femenina en las fuentes bautismales de una revolución cultural cuyo triunfo o derrota quizá pueda afectar al destino mismo de las civilizaciones.
maria martinez martinez says
Nadie con un mínimo de reflexión personal puede consertir la usurpación del cuerpo sexuado que en el Islam (basándose en la Sharía o ley islámica) se ha hecho de las mujeres. Hay que oponerse desde el mundo occidental donde están viviendo reprimidas por el patriarcado familiar a que esto suceda. Las mujeres quisieran quitarse el velo (símbolo de la sumisión y ocultación), como pasó en España en el postfranquismo, pero el primer velo que hay que descorrer es el de los ojos y el alma de los hombres musulmanes. Los europeos tenemos que reeducarlos, quieran o no.
JP Quiñonero says
María,
Lo de «reeducarlos, quieran o no…» NO me convence nada, pero, bueno. Nobody’s perfect,
Q.-