Se sirven de Josep Pla para hacer hablar los despojos de un muerto, con el arte desalmado de la ventriloquia política, condenándolo a decir lo que ellos desean vender, con fines no siempre confesables.
[ .. ]
Cuando conocí a Pla, le anuncié mi proyecto de escribir un libro sobre su obra, que, según mis cuadernos de la época, debía comenzar de este modo:
“La obra de Pla es una Atlántida inexplorada, que tiene dos pilares:
( 1 ) El pesimismo cósmico del poema Lucrecio [v. el prólogo de Cadaqués], advirtiéndonos a cada instante de las catástrofes con las que la naturaleza, el tiempo y la historia destruyen todas las cosas concebidas por el hombre, víctima de sus propias pasiones.
( 2 ) Y la determinación no menos ciega de los constructores de grandes obras del espíritu –la construcción de Cataluña, en su caso; v. Les hores–, que viene de las Geórgicas de Virgilio..”.
El prólogo a ese libro por escribir se llama Pla y la construcción mítica de Cataluña. Y se publicó en Destino. Han pasado ¿cuántos años? ¿Escribiré algún día ese libro..?