Santayana, portada de Times, el 3 de febrero de 1936.
Obra importante, muy mayor e indispensable:
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«Una antología del espíritu» (Fundación Santander, Colección Obra fundamental) de George Santayana.
Antonio Lastra ha escogido y traducido con rigor textos de una veintena de obras de Santayana, ofreciéndonos una magnífica antología / introducción a uno de los grandes pensadores del siglo XX, madrileño de nacimiento, español hasta su muerte, en Roma, que escribió en inglés con mucho éxito cosmopolita, ignorado en su patria natal.
En la colección Obra fundamental, que Francisco Javier Expósito dirige con mucho brío, Santayana ocupa el puesto que es el suyo, un grande entre los grandes de las culturas españolas.
Hace siglos, en su casa de México, Octavio Paz me preguntaba por la ¿indiferencia? ¿ignorancia? española hacia Santayana: «Usted que escribe en los periódicos, Quiñonero, ¿porqué es España tan injusta con Santayana?».
Para mi sensibilidad, Santayana -madrileño de la calle de San Bernardo, aunque sus paisanos lo ignoren de manera tan penosa- quizá sea el filósofo “español” más universal del siglo XX. Menos soberbio y más hondo que Ortega, por momentos. Tan atormentado aunque mucho más apolíneo que María Zambrano, con la que tiene tantas cosas en común.
Su vida terminó por confundirse con el destierro. Su obra está toda escrita en un inglés luminoso. Antonio Marichalar lo descubrió muy pronto, entusiasmado, en la primera Revista de Occidente. Tan entusiasmado que suscitó la envidia sorda de Ortega, que no podía soportar su genuina universalidad y sus relaciones personales con una cierta élite filosófica anglosajona. Sir Bertrand Russell le dedicó en sus Memorias unas frases malévolas. Santayana vivió y murió solo. Los últimos años de su vida se había convertido en un monumento objeto de peregrinación. Robert Frost le dedicó un poema memorable. Ferrater Mora habla de él con inmenso respeto. Si no me equivoco, en España, la única crónica de su muerte la escribió Julián Cortés Cabanillas. La visita y los instantes de recogimiento personal, ante su tumba, me llenaron de una alegría, íntima, solitaria, que -me digo- a él no le hubiera disgustado completamente → Ucrania, la guerra cultural … vista por George Santayana, español olvidado y malquerido en España.
En inglés, la influencia de Santayana ha sido permanente en Europa y América desde principios del siglo XX. En Francés, la tesis de Jacques Duró data de 1950. En castellano, el primer estudio completo que conozco es el de Raimundo Lida, publicado en Buenos Aires en 1943. Por los mismos años, la misma editorial Losada publicó la primera traducción de Ferrater Mora de «Tres poetas filósofos», que Emilio Merino tuvo la feliz idea de reeditar en 1995, un año antes que Manuel Garrido prologase con mucha finura los «Diálogo en el limbo», traducidos por Carmen García Trevijano, que ha continuado ofreciéndonos su impecable versión de «El sentido de la belleza», con una pulcritud muy bella, precisamente. ¿Por qué me parece y quizá sea imprescindible volver a recordar esa melancólica historia del desencuentro de Santayana con su propia patria…» → El retorno de Santayana.
¿Una gran biografía? ¿Sus obras complejas en Español..? Vamos anda…
Antonio Machado, Pedro Salinas, Cernuda, Santayana, Max Aub, nuestros muertos y Larra.
Santayana, víctima de todas las mafias españolas.
Santayana y Lowell. Joya y modelo, 1.
Santayana, una mañana de abril.
Ucrania, la guerra cultural … vista por Peter Sloterdijk , la era de las tiranías.
Ricardo Lanza says
Aparecían breves reseñas de una o dos líneas de extensión, impresas en cuerpo de letra reducido, en ocasiones comparado con Washington Irving o con Jorge Borrow, creyéndole algunos hispanista findecimonónico llegado aquí para recordar y recoger testimonios del tiempo de los moros, los piratas berberiscos, contrabandistas gitanos, toreros andaluces y curas trabucaires de las carlistadas, creo haber visto incluso su reseña -aunque no estoy seguro- como estadounidense de origen italiano (sic); por mi parte, durante mi primera adolescencia, no sabía si adscribirle al estado de apátrida o al de intelectual republicano, autor de libros desconocidos y de ¡dudosa calidad!… ¡no tienen perdón, respecto a él, mis catorce o quince años lectores, estimado!
JP Quiñonero says
Ricardo,
Si, la historia de Santayana en España es muy triste. Quizá más triste, si se recuerda que él y su obra son muy luminosos, solares… Su tumba, en Roma, la cuidan las monjas en cuya residencia pasó sus últimos años… Es una una tumba muy modesta, pero muy luminosa, también, sí,
Q.-
Fina says
Quiño,
Si dices que es indispensable, tendré que leer «Una antología del espíritu».
¡Tanto que aprender todavía!
Intuyo que le alegró tu visita y compañía en Roma. A mí me ocurrió algo parecido en la tumba de Kazantzakis en Creta…
JP Quiñonero says
Fina,
Es una antología que tiene algo Muy Bueno: en un solo volumen tienes algunas páginas de todo lo esencial de Santayana, un Señor muy grande… Se puede leer en orden muy aleatorio, según el día, la hora y el humor…
Q.-