La muerte de veintitantos africanos —-mayoritariamente niños—-, víctimas del incendio de los inmuebles insalubres donde mal vivían en unas condiciones miserables, ha revelado a quien deseaba ignorarlo la existencia de un París de los Mil tugurios.
Un París miserable, cruel, atroz, mucho más sórdido, desalmado y sin esperanza que el París de El hotel del cisne, la novela “surrealista” de Baroja que sirve de telón de fondo a mi libro sobre el tema.
El mes de julio pasado publiqué en este mismo Blog una serie de seis entradas fotográficas, intentando ilustrar la inquietante existencia de un París bombardeado por la miseria, campo abonado para la desesperación social absoluta. En verdad, el París donde mueren los africanos pobres es un infierno sin redención: edificios como ataúdes de madera sin desbastar que arden con seres humanos dentro. Ataúdes como tumbas anónimas, para familias enteras atrapadas entre las llamas. Algunos niños creían huir tirándose, ciegos, por las ventanas de los pisos altos.
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Nadie ha deseado saber nunca cuantos españoles han muerto en París, perseguidos como alimañas por la miseria más absoluta, encerrados en viejos edificios insalubres, murados, sin gas ni electricidad; tras haber perdido la guerra civil, haber participado heroicamente en la Resistencia, haber perdido todas las guerras que vinieron, agonizando como ratas hambrientas en inmuebles abandonados. Tema novelesco, pero poco “actual”. Sospecho.
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V. Líbano-sur-Seine (y 6). El Sacré coeur y un Holocausto desalmado.
DarkNet says
En la televisión española vi a un tipo maduro de Mali que decía que sus doce hijos estaban bien después del incendio.
Con la edad del hombre, cabe suponer a sus hijos casados. De seguir la media del padre, nos acercaríamos a una familia de unos 200 miembros (y nunca mejor dicho).
¿Hay alguna razón por la que los franceses deban solucionar la vida a estos incontinentes del pene?
Se reproducen como conejos y luego van a que los franceses -o españoles, o belgas- les solucionen la vida.
Tengo amigos españoles que sólo tienen un hijo porque la hipoteca de su mísera casa les come el 70 por ciento de lo que ganan.
Pero mantienen con sus impuestos a hordas enteras de latinoamericanos que consiguen sus nuevas y confortables casas sociales por lo que cuesta un café.
Seguridad social gratis; prioridad de sus hijos en los colegios (antes que los españoles); casas sociales a estrenar nuevecitas; impunidades legales varias, etc. Esa es la dificilísima vida de los inmigrantes en España, y supongo que en Francia.
¿Hasta cuándo vamos a subvencionar las corrupciones en sus países mientras nos esquilman nuestros bolsillos? ¿Quiénes son los esclavos, los desfavorecidos?
Ramón Machón says
No viví en los años 30 en Alemania.
Pero ese su discurso me suena.
Igual que me parece haber estado en guerras en las que nunca estuve.
¿Se repetirá la historia?
Con gente como usted, seguramente.