Nuestro amenazado planeta vive un proceso de desertización lingüística: el 90 por ciento de las 6.000 lenguas que hoy se hablan pudieran haber desaparecido a lo largo de este siglo.
Según las estadísticas oficiales de la Unesco, el español se confirmará como una de las cinco lenguas más habladas en el mundo a lo largo de este siglo. Estas son las diez lenguas más habladas, hoy:
1.- Chino (1.113 millones)
2.- Inglés (372 millones)
3.- Urdú (316 millones)
4.- Español (304 millones)
5.- Árabe (201 millones)
6.- Portugués (165 millones)
7.- Ruso (155 millones)
8.- Bengalí (125 millones)
9.- Japonés (123 millones)
10.- Alemán (102 millones).
Entre las personas de 15 y 24 años de edad, esa relación se habrá modificado de este modo en el 2.050:
1.- Chino (1.660 millones)
2.- Urdú (73,7 millones)
3.- Árabe (72,2 millones)
4.- Inglés (65 millones)
5.- Español (62,8 millones)
6.- Portugués (32,5 millones)
7.- Bengalí (31,6 millones)
8.- Ruso (14,8 millones)
9.- Japonés (11,3 millones)
10.- Malayo (10,5 millones)
La Unesco no entra en el complejo debate de las culturas – Estados cuya riqueza lingüística, como en el caso de España, permite la existencia de varias lenguas oficiales y co oficiales, introduciendo factores de vivísimo debate. Por el contrario, Le Monde —-que ha consagrado a estos problemas un cumplido informe, del que tomo lo esencial de estas cifras—- recuerda otros datos de enigmático significado: en grandes “países” multiculturales, como Nigeria, cuatro lenguas dominantes se imponen entre las 470 lenguas existentes; en minúsculas patrias, como Vanuatu, una nación de 200.000 habitantes es rica de 110 lenguas.
¿Es necesario recordar que cada lengua comporta una forma de amar, sufrir, esperar, imaginar el Verbo, el Logos, cuya desaparición nos empobrece como hombres libres?.
Passy says
Recuérdese al respecto el discurso pronunciado por George Steiner al recibir el premio Príncipe de Asturias. (Nadie en el patio de butacas se dio por aludido.) Sucede que la diversidad linguística nos interesa allende nuestras fronteras. En casa, todo se confunde y unos y otros utilizan la lengua como martillo de fragua y no como instrumento de comunicación.
Un saludo
jorge says
«Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre», decimos en México para aceptar las saetas que el destino nos lanza pero que no nos tocan a nosotros.
Como hispanohablantes podemos dormir tranquilos: según los cálculos, nuestra lengua habrá de sobrevivir al genocidio cultural que representa la desaparición de la diversidad lingüística de nuestro planeta. ¿Cuatrocientas setenta lenguas en Nigeria? ¡Vamos! Ni siquiera podríamos localizar a ese país en un mapa, menos nos va a interesar que se desvanezca su herencia cultural bajo los embates de la modernización.
¿O sí deberíamos preocuparnos? ¿Sí podríamos inquietarnos de que, una vez desaparecidas las lenguas «minoritarias», le llegue el turno a las lenguas de los países débiles?
Quizá dentro de uno o dos siglos, cuando queden sólo unas cuantas lenguas en el mundo, empecemos a preocuparnos porque una de ellas sea la predominante y amenace con desplazar a las demás. Bueno, eso será problema de las generaciones futuras. Por lo pronto, dediquémonos a estudiar inglés que, como vemos y sabemos, es la lengua de la modernidad. ¿Y quién quiere vivir en el pasado?
Anonymous says
En Mesoamérica y África las lenguas amenazadas se cuentas por decenas…
Dolors
wilson says
Me acojo a las palabras de Passy. Una lengua sólo es un problema cuando es utilizada como arma política y segregacionista.
Serafín says
Entonces el inglés, el castellano y la mayoría de las lenguas del «top ten» en número de hablantes son un problema para el resto del planeta.
Las lenguas nunca son un problema, como tampoco son fáciles ni difíciles, armoniosas o duras, útiles o bárbaras. Son los hablantes guapos y feos, ricos y pobres quienes empleamos armas políticas y bélicas. Somos las sociedades quienes segregamos a otros. Y en esto, no son los que sufren o están amenazados de perder hasta la propia lengua los culpables. Sí son responsables, como todos nosotros, de su defensa y salvaguarda de la diversidad lingüística y cultural que transmitir a las próximas generaciones.