Decímos hoy mismo, en otro lugar:
¿Cuáles son los principales intereses de los adolescentes y jóvenes de 14 a 20 años que llevan doce días incendiando coches y autobuses, apedreando escuelas y comisarías, enfrenándose con bolas de petanca, bates de béisbol y cócteles Molotov contra las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS)?: “Pasta, sexo y rap…”.
Karl Kraus o JG Ballard había imaginado un Infierno horrible pero algo menos espantosamente vulgar.
¿La política?: la inmensa mayoría de los violentos piensan que los políticos son una “canalla corrupta”. ¿Los islamistas?: “Quieren comernos el coco”. ¿Los bomberos que apagan los incendios?: “Unos gilipollas. Nos vamos a follar a sus madres y mujeres”. ¿Los propietarios de coches incendiados y vitrinas saqueadas?: “Las compañías de seguros los reembolsarán”.
Philip K. Dick predijo con una finura que escapa a los ideólogos apocalípticos. La bandas que matan el aburrimiento incendiando coches y escuelas están mucho más cerca de los androides que copulan con ovejas de plástico que de los estrategas (¿?) del Terror planetario. El retrato robot de los violentos recuerda Naranja Mecánica:
Xavier M* (18 años) es padre de un hijo de dos años, que vive con la novia abandonada, sin trabajo conocido. Condenado en varias ocasiones por robo con violencia, Xavier vive con su madre, abandonada ella misma, con otros hermanos de distinto padre.
Magid M* (18 años) vive en un hotel de paso y hace años que apenas tiene trato con su familia. Padre en paradero desconocido, madre muerta en trágicas circunstancias, ha huido del domicilio de varias “familias de adopción”, después de provocar incidentes violentos.
Claude F* (18 años) no soporta a sus padres, que tampoco desean tenerlo en casa. Vive a salto de mata y ha sido condenado en varias ocasiones por robo con violencia. Cuando fue detenido, transportaba un saco con una docena de botellas con mecha y gasolina, prestar a usarse como cócteles Molotov.
Mickaël * (18 años) se considera un artista y filmó con su teléfono, robado, varias escenas de violencia e incendios. En una de las secuencias, varios de sus amigos lanzan gritos de alegría tras incendiar varios coches. Uno de ellos grita a los bomberos que se aproximan: “¡Hijos de puta…!. ¡Nos vamos a follar a vuestras madres…!”.
Entre los blogs suburbanos, que quizá sean el indicador más directo y sensible de la crisis, los comentarios entre autores y visitantes dejan aflorar enfrentamientos muy crudos. Son mayoritarios los “comentaristas” partidarios de la violencia. Pero también hay muchos comentarios de otros adolescentes aterrorizados, lanzando llamamientos al fin de la violencia, avanzando argumentos de este tipo:
-“… sois una banda de cabrones al final, los que pagaremos el pato somos los que trabajamos y tenemos que soportar vuestras canalladas…”.
-“… si estuvieseis politizados, si fueseis a votar, podrías servir para algo; pero soy una canalla, como dice Sarkozy, que estáis provocando un desastre en los barrios más pobres…”.
En la inmensa mayoría de los blogs suburbanos, la apología del sexo más crudo y la indiferencia a las consecuencias de la violencia y los incendios, alterna con la publicidad pagada por las empresas que ofrecen plantillas y plataformas gratuitas para crear y escribir blogs. La publicidad, en esos casos, está consagrada a glosar la virtud de algunos grupos de rap, algunos club de “musculatura”, las más pintorescas marcas de zapatillas, camisas y peluquería étnica.
Otros blogs son utilizados como instrumentos de agitación: se publican las fotos de los dos adolescentes muertos, con incontables recuerdos de amigos y desconocidos que los consideran “mártires” de una “guerra civil” suburbana. En el blog de un famoso grupo de rap, la introducción musical está ilustrada con un clip en el que se ven escaparates acribillados a tiros. En otro blog se lee: “ni maestros ni imanes, tías que me la chupen…”
[TdQ] says
Se agradece, maestro, el enlace! Te acaban de citar en la COPE, Luis Herrero, refiriéndose a tu artículo en ABC que has colgado aquí. Gracias porque así lo leeré, ya que no acostumbro a comprar ese diario.