El compositor, escritor y director de cine turco Ömer Zülfü Livaneli quizá lleve razón cuando afirma en una conferencia: «En el Mediterráneo tenemos una identidad musical que hace que a los músicos turcos, griegos, españoles o argelinos nos sea más fácil comunicarnos en estos países ribereños que, por ejemplo, en Alemania, que tiene una tradición diferente y su aproximación es más cerebral. Esta identidad musical es una muestra de que existe una identidad cultural mediterránea«.
Sin embargo, manejada con interesada malicia por los animadores culturales, esa aleatoria realidad del espíritu tiene el inconveniente de ocultar otras realidades más prosaicas: la persecución secular de hombres de cultura kurdos; la marginación si no persecución de la cultura berebere -consumada con el ominoso silencio de las culturas tan próximas geográficamente, española, catalana, francesa, italiana, etc.-; la mutua persecución militar de judíos y palestinos; la realidad de un Mediterráneo víctima de incontables guerras civiles, persecuciones y matanzas, piadosamente envueltas con los lienzos de la cultura, para cobrar subvenciones y servir de coartada a diplomáticos con pocos escrúpulos.
[ .. ] Sobre “gestores” y “animadores” culturales: Animación y reanimación de almas muertas.
Ramón Machón Pascual says
Totalmente de acuerdo. Aunque, y esa es mi tortura diaria, ser coherente implicaría el suicidio laboral de no pocos. No en la élite, pero muchos gestionan lo que les dicen que gestionen. Y la acidez de estómago, el insomnio, y la esquizofrenia más galopante, se van soportando gracias a la literatura y al embrutecimiento: una combinación imposible.
Vaya aquí mi homenaje a todos los que desde dentro se desgastan para hacer que la cultura de tanatorio contenga relámpagos de honestidad, escasos, pero reveladores.