La quincuagésimo novena edición del Festival de Avignon ilustra a la perfección las derivas de la (in) cultura de Estado:
* Artistas y “artistas” que solo viven de las subvenciones, adulando al poder político de turno, con un cinismo desalmado absoluto.
* Arte y “arte” consagrados a “profanar” y “transgredir” (¡¡pobre Bataille!!!, cuantas miserias se comenten en su nombre…), con el dinero del Estado, dirigiéndose a un público bien pensante, encantado con el narcisismo de actores y directores que hacen pipí y caca en escena.
* Medios de (in) comunicación de masas cuyo servilismo bien ilustra la importancia de las invitaciones, los viajes y hoteles pagados, contando mentiras publicitarias con las que alimentar la maquinaria de las subvenciones públicas, pagadas por unos contribuyentes perfectamente ajenos al negocio de “artistas” y burócratas, enquistados en los prostíbulos de Estado.
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Ver:
Le Nouvel Observateur
Le Monde
Liberation
Le Petit Journal
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