En vísperas —-cuestión de semanas—- de la publicación de Los cuerpos desnudos, la segunda parte de Verdes valles, colinas rojas, la recepción ya lejana —-apenas nueve meses—- de La tierra convulsa, con la que se abría ese monumento novelesco, quizá ponga en evidencia de que manera las industrias de la (in) cultura está socavando, dinamitando y destruyendo todos los antiguos cimientos del arte de la novela, víctima del terrorismo comercial.
Hace muchos años que Octavio Paz denunció con mucho brío de que manera la industria estadounidense de los best sellers arruinaba los fundamentos de la gran tradición novelesca norteamericana. Una víctima ejemplar de tal proceso quizá sea Corman Mc Carthy, el único sucesor de Faulkner.
Antes de desembocar en la mesa de Beatriz de Moura, la novela de Ramiro Pinilla había sido rechazada por sus editores tradicionales, que no la consideraban “comercial”, cuando ellos imponen en el desierto iluminado con publicidad de las grandes superficies cantidades industriales de productos “novelescos”, que los periódicos “comentan” tratándolos de “novelas”, cuando son la penosa corrupción de un arte caído de hinojos en las cenizas de la nadería.
La crítica más respetable, para mí (Santos Sanz Villanueva, JM Pozuelo Yvancos, Ricardo Senabre, Rafael Conte, etc.), saludó La tierra convulsa como un acontecimiento, un libro de primera importancia: pronto condenado al ostracismo mercantil, suplantado por los “acontecimientos” que la industria de la (in) cultura fabrica con la complicidad silenciosa de los medios de (in) comunicación de masas.
Que los “novelistas” publiquen “novelas” y los avispados “editores” trafiquen con ellas, con mucho negocio para ambas partes, es una actividad comercial tan respetable como otra. Que tal comercio establezca cánones, jerarquías y normas de criterio estrictamente artístico, cultural, literario, es una amenaza terrorista: ya que siembra la confusión, propaga el sabotaje y destruye todos los cimientos del arte de escribir novelas.
Las normas vigentes en las industrias de la (in) cultura y los medios de (in) comunicación de masas hacen impublicables libros como La voluntad de Azorín o Camino de perfección de Baroja, dos de los monumentos donde se funda la novela española contemporánea. Se me dirá que esos libros de Azorín y Baroja “no venden”. Efectivamente: en este caso, el marketing está consagrado a propagar la incultura y arruinar los cimientos de lo que en otro tiempo fue el arte de escribir novelas.
Anonymous says
Bien sabido es que industria y cultura son mundos ajenos (que no opuestos ni contradictorios, como algunos simples suponen). Nos ha tocado vivir un tiempo en que anda cada uno por su lado, pero siempre nos quedan las catacumbas.
Quizá no fuera mala idea hacer una lista de las ‘novelas impublicables hoy día’, una suerte de nuevo ‘Index Librorum Prohibitorum’ o ‘Index Expurgatorius’ acorde con los tiempos.
Eduardo says
Falta mi nombre en el comentario por despiste, no es que me averguence.
Juan Pedro Quiñonero says
Hola, Eduardo…
Qué madrugador… Creo que es una idea muy potable… si tu no la pones en práctica, igual me animo y hago una relación / decálogo o así…
Avanti!!
Eduardo says
Tarea hercúlea, quizá fuera buena idea plantearla como proyecto colectivo (con todas las reservas ante esa palabra).
Juan Pedro Quiñonero says
.. que no Eduardo… tarea de una sencillez asombrosa: ya tengo una docena larga…
Eduardo says
Quedo a la espera de los resultados.
Juan Pedro Quiñonero says
OK
A lo largo de esta mañana, o primeras horas de la tarde; según me vayan los infortunios domésticos del día.
Carlos says
Opino como Eduardo: me parece una tarea hercúlea. Pero como últimamente está usted hecho un Hércules, don JPQ (las mudanzas dan mucho músculo), no dudo que será capaz de llevarla a buen fin.
Saludos
Javier M says
Hola. Contad conmigo para el Index Majaderum. Quiñonero sabe que algo de experiencia tengo en esto de Internet y me presto de buen grado. Propongo un nombre: El escrutinio, ya que estamos en el año que estamos.
De todas formas tendríamos graves problemas entre nosotros. El tangencial sahumerio de Quiñonero por Bataille en el post anterior me revuelve la conciencia sobre todos esos charlatanes franceses que nos han llevado donde nos han llevado: a la desconstrucción y a la, ejem, «transgresión» de porro y litrona.
Lo siento. Me he levantado bronca. Con el germanismo un poco subido en sangre.
🙂
Eduardo says
Me permito entonces, Javier m, la autocita:
Lo sublime destruye el tipo para mostrar una subjetividad tan vehemente como problemática.
Candente asunto cuya lamentable segunda parte se encuentra aquí:
Una idea equivocada.
Javier M says
Eduardo, totalmente de acuerdo en lo que yo llamaría el Síndrome del Váter de Duchamp, aprovechando tu referencia a él.
Todo ese decadentismo y relativismo -en su mayor parte francés, en «franca» decadencia de los grandes transgresores del siglo pasado y de finales del XIX- nos ha llevado a una espesa quintacolumna de idiotas, cómplice por omisión de los moros explosivos, a quienes respeto por su fuerza en la misma medida que desprecio a los otros por su debilidad.
Es más, de Rimbaud para acá ya todo es repetición y decadencia. Hasta él mismo se dió cuenta y prefirió dedicarse a negociar con negros y a forrarse en la medida de sus posibilidades.
La oveja enlatada esa que pones en tu post debería ser el símbolo del Index Majaderum. Y propongo ponerle bajo la adscripción, como mínimo, de Junger.
jm
Anonymous says
http://www.aloha.net/%7Emikesch/ILP-1559.htm#A
Eduardo says
De todas formas, mi propuesta no es un Índice de majaderos sino un Índice de grandes libros que hoy no aceptaría ningún editor.
El Nicho says
Ese índice de grandes libros no comerciales sería enorme. Por eso es una tarea hercúlea su relación, como dicen Eduardo y Carlos. Quizás sería más corto un índice de grandes libros rentables hoy (con derechos de autor y demás costes incluidos, claro, y sin la obligación escolar de lectura de determinados de ellos). De todas formas el empresario editorial es pero que muy raro: ¿quién ha leído Madera de boj?
En cuanto a un Índice de Majaderos, interesante, siempre y cuando yo no esté, pero eso siempre será discutible, muy discutible. Tarea igualmente gigantesca, sobre todo si aceptamos que desde Rimboud todo es repetición y decadencia.
Anonymous says
Me temo que ninguno de los grandes libros serían hoy publicados. Ni tan siquiera serían publicados los de éxito. El caso de Cien años de soledad y Barral es un clásico contemporáneo. Hay varios libros donde se refieren las estúpidas y demoledoras críticas -incluso de grandes escritores- contra obras hoy de referencia. Yo tengo alguno.
Y ya que hablamos de Rimbaud: ¿alguien de los aquí presente habría publicado *Una temporada en el infierno* así a palo seco? Yo, por lo menos, no, si antes no hubiera tenido el mito de Rimbaud. Por no hablar de Las iluminaciones, que hoy podría pasar muy bien por decadencia surrealista de freudiano poetrasto argentino.
En todo caso, no renuncio al Index Majaderum. Aquí va una aportación en el mundo del arte: http://edition.cnn.com/2005/WORLD/europe/07/29/nude.art.ap/
Javier M says
El de arriba es un post mío. También se me olvidó identificarme.