A* me había advertido: “Jean Ladrillard ataca”.
Horror. Es algo mucho peor: intoxica y envenena, a través de la ignorancia de masas.
Decir cosas como… “Estados Unidos es una potencia en desintegración, que ya no tiene fe en sí misma y por eso cada vez es más una potencia militar”… y agregar que las bandas de incendiarios y asesinos franceses son “jóvenes que se sienten abandonados”…
… es algo peor que un delito: son estupideces.
Estupideces de alguien que desconoce cosas tan prosaicas como:
a).- La tasa de crecimiento de un país.
b).- Los índices de prosperidad de la ciudadanía.
c).- Los índices de frecuentación de bibliotecas, escuelas, iglesias, universidades.
d).- El número de premios Nobel, descubrimientos científicos y difusión masiva de ideas artísticas, literarias, económicas, antropológicas, fotográficas, etc.
e).- La identidad de quienes proclamaban “.. menos escuelas y más prostíbulos…”, “.. pasta, sexo y rap…”, antes de meter fuego a autobuses con ancianas paralíticas dentro…
d).- El grado de descomposición del Estado que a él le paga sustanciosas rentas.
Al margen de la crisis francesa, sobre la que he perorado mucho, de EE.UU., su presidente y sus elites gobernantes, políticas, económicas y militares, puede decirse cualquier cosa: que son una banda de fachas, que son un peligro planetario, etc. Cualquier cosa. Hablar de “desintegración” y “pérdida de la fe” deja al descubierto una ignorancia descomunal, peligrosa, en la medida en que ese desconocimiento profundo de la realidad americana prolifera a través de una fraseología sofista, podrida y nociva para inocentes lectores indefensos, condenados al consumo de mercancías averiadas.