Educado en las viejas escuelas literarias del “compromiso”, no consigo aislarme de mi “circunstancia”, en este caso infernal. Siquiera para recordar la procedencia histórica del uso de algunos vocablos, usados o recalados en este blog:
”.. sangre venenosa..”, contaminando el “tejido social”. Viene directamente del panfleto antisemita de Quevedo contra los judíos: una de las semillas de la podredumbre del espíritu que sembró las literaturas españolas con una enfermedad cainita.
”.. mamarracho.. cerdo..”, usados con el ánimo de destruir de manera alevosa la figura del adversario, vienen de la picaresca, reciclada por el esperpento valle inclanesco y el lenguaje “viril” de la prosa falangista.
”.. al paredón..”, de uso reciente, indisociable de la prosa “marcial” de la revolución castrista. Luis Cernuda utilizaba otros términos para denunciar asesinatos políticos más o menos semejantes.
”.. basura de caballo..”, viene de la jerga más o menos yonki; y creo ser su primer utilizador, como cultismo irónico, en mi novela La locura de Lázaro y en este Infierno.
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Sobre la destrucción de la conciencia cívica a través de las bajezas periodísticas ver Periodismo, coprofilia e ideas muertas, o La basura vende. Más reciente, El periodismo y sus nocivas columnas.