Me pido un té para intentar sofocar la tristeza: ¡no me envían a Monte Carlo a cubrir los fastos de la subida al trono de Alberto II de Mónaco…!
En Madrid, prefieren las historias de negros incendiarios y socialistas de un arcaísmo subido antes que los devanemos principescos en el Hôtel de Paris. Nobody’s perfect.
¿Cuando volveré a Monte Carlo…?
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Mientras Rainiero agoniza, Circe vela por nosotros.
Rainiero, Don Quijote y los Gazpachos Manchegos.
Juegos y Lujuria tras el lecho de Raniero.
Rainiero. La gula, horizonte último del erotismo.
Encuentro mortal en la piscina del Gran Hotel de Montecarlo.
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