De vuelta al hogar, tirando papeles y pegando un vistazo a la prensa carpetovetónica de los últimos quince días me quedo horrorizado ante el rosario de miserias esperpénticas publicadas por presuntos “escritores” y demás turba columnística, investidos apresumadamente con la púrpura de teólogos en bingos y loterías papistas.
La creencia, descreencia, fe, idolatría, agnosticismo o beatería religiosa (cristiana, musulmana, judía, laica o secular) son cuestiones personales que -a mi modo de ver- no debieran justificar el fusilamiento verbal de quienes son condenados sin proceso por delitos de opinión.
Por el contrario, hay delitos mucho más evidentes y palmarios: “testigos” que solo han contemplado la tv en el hotel; “escritores” metidos a policías de una “fe” (o descreencia) con la que ellos juegan en el bingo marcado de la crónica pagada a tanto el folio; bulderos de creencias diversas, metidos a redentores y profetas al precio siempre bajo del chiste de cuadra o cuartel; la ignorancia patatera esgrimida como bandera de acémilas audiovisuales; el espectáculo de la fe, los milagros y la redención convertidos en carnaza de bingo provinciano, donde se trafica con hostias manchadas con basura de caballo periodístico.