Me pregunto si la Alianza de civilizaciones está entre Groucho o Valle-Inclán.
Una célebre biógrafa de Josep Pla daba de él la imagen de un peligroso espía aliadófilo que siempre me recuerda a Groucho, con boina, en Casablanca. La ferocidad ensangrentada de los problemas mediterráneos no siempre invita a la ironía. Y su explotación ideológica, publicitaria, confiere a tales llamaradas de seres humanos, ardiendo, a diario, un talante diplomático que, en castellano, solo es posible comparar con los inquietantes bufones del Esperpento y las Comedias Bárbaras.
Caína Cañí también es un modelo estético. Artistas, poetas, novelistas, incluso publicitarios, prefieren callar y no comprometerse: pudieran perder sustanciosas subvenciones, pagadas con dinero público.
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