El Estado, factor de descomposición social
Francia considera una amenaza para su “soberanía nacional” que PepsiCo. (productora de Pepsi Cola, Tropicana, etc.) pueda comprar Danone, la empresa / marca creada originalmente por una familia de judíos catalanes, originarios de Salónica (la dinastía de Isaac y Daniel / Dan Carasso) que fabricaron el primer Danone original en la muy barcelonesa calle de Los Ángeles, en 1919.
A nadie alarmó, en su día, que unos avispados patronos franceses comprasen una marca y saber hacer originalmente catalanes. Los exaltados exegetas de la “soberanía nacional” estiman hoy que Danone es algo así —-afirman, textualmente—- como la catedral de Chartres, un símbolo del “patrimonio nacional”, víctima, temen, de los predadores apátridas del odioso capitalismo anglosajón.
Más allá de los delirios patriótico / ultra nacionalistas, esa arcaica retórica de la “soberanía” choca de manera desastrosa, cuando veinte años de demagogia de izquierdas (François Mitterrand y sus herederos) y demagogia de derechas (Jacques Chirac y sus hombres de mano) han hundido Francia en una histórica crisis de identidad: incrementando la pobreza; degradando la antigua riqueza y soberanía nacional; endeudando vertiginosamente al Estado; hipotecando el futuro; sembrando una gravosa cultura de las subvenciones; malversando la riqueza de un país en otro tiempo generoso, creador, víctima de la cultura de las subvenciones (que aseguran el 90 por ciento de las rentas de sus agricultores; cuando los salarios de los funcionarios se llevan el 43 por ciento de los presupuestos del Estado; cuando el impuesto para la renta apenas cubre los intereses de la deuda pública), víctima de un Estado que incrementa la pobreza y acelera la descomposición social.
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Y yo, mientras tanto, maniatado a una mudanza que las interminables burocracias francesas complican de manera vertiginosa.