CharlieHebdo resume a la perfección, con su última portada, una cierta esquizofrenia cultural francesa, española, italiana y sud americana.
En Cannes, el Festival se sirve de los grandes directores norteamericanos (George Lucas, Woody Allen), invitados de honor, presentados como grandes estrellas, para dar un lustre planetario a la producción local.
En París, la intelligentsia local se sirve de la imaginería personal de los mismos directores para denunciar las “presiones” del Imperio, al servicio de los partidarios del “si” al proyecto de Tratado constitucional europeo.
En Cannes, las nuevas películas de Woody Allen y George Lucas se presentan fuera de concurso, para beneficiarse mutuamente -productores franceses y productores californianos- de los mecanismos más tradicionales de la publicidad industrial. En París, el imperialismo cinematográfico californiano es presentado como un arma de destrucción masiva de la conciencia ciudadana: evidentemente hostil a una Constitución europea apoyada por…
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