Comentando la amarga frase final de una nota pasada de este cuaderno, El Economist pide referendos en Euskadi y Cataluña, J. Auscerny (http:// sequentiae. blogspot.com) me pregunta: ¿Hasta qué punto Caína se parece a Kakania?. Y añade: Musil se burlaba de su país, pero no lo consideraba un paraíso caído en la absoluta maldad.
Sería presuntuoso por mi parte embarcarme en comparaciones fuera de lugar.
Quizá no sea ocioso -muy al margen de mi modesta persona- subrayar algunos paralelismos:
-La Kakania de Musil, como la Viena de Wittgenstein o Joseph Roth, es la parábola de un imperio camino de la destrucción y el Infierno. Y buena parte del arte, la música y la cultura de nuestra civilización continúan hipnotizadas por aquel campo de ruinas, que ha sido contemplado desde muy otros horizontes. Baste recordar Das Glasperlenspiel de Hesse.
-Los cimientos intelectuales que me condujeron a imaginar la ciudad no del todo imaginaria de Caína los expuse en un libro de 1998, De la inexistencia de España. El nombre de esa ciudad viene textualmente de la Comedia; y sus habitantes, para mi, continúan hechizados por los espectros saturnales de los Sueños de Quevedo. ¿Saldrán algún día de ese Infierno dantesco?