«Odalisca», 1951, lápiz sobre papel de 21.5cm x 30 cm. Estimación: entre 140.000 y 180.000 euros;
Gracias a la amabilidad de Artcurial (París – Hotel Dassault, 00 33 1 42 99 20 20) y los buenos oficios de una especialista reputada, Violaine de La Brosse Ferrand (00 33 1 42 99 20 32 / 33), tengo la oportunidad de descubrir, como primicia, una veintena de dibujos de Picasso, que saldrán a subasta pública el próximo 27 de junio.
Entre esos dibujos hay varias obras maestras, que Pierre Daix, uno de los mejores especialistas en la obra de Picasso, llega a comparar con los grandes retratos de Olga y Marie-Thérèse. Ahí es nada. Es tanto como decir obras maestras del retrato y el desnudo femenino de todos los tiempos.
Se trata de dibujos realizados entre el 23 de julio y el 2 de septiembre de 1951. Una fecha bisagra en la vida y el arte picassiano. Culminación, en este caso, de su aventura amorosa con Geneviève Laporte, a quien había conocido, todavía adolescente, en 1944.
No es un secreto que Picasso podía consagrar o maldecir el cuerpo glorioso de sus amantes. En muchos casos, la consagración primera terminó en un espantoso descenso al infierno. En el caso de Geneviève, se trata de una ofrenda a la manera del joven Rafael, que se sirvió del rostro y las formas de sus amantes para inmortalizar a numerosas Vírgenes del panteón cristiano.
Cuando murió Picasso publiqué en Cuadernos Hispanoamericanos un texto titulado Las palabras y los dioses, luego recogido en mi libro Memorial de un fracaso (1974). Han pasado treinta años. Pero la cita de René Char con la que se abre ese ensayo sigue pareciéndome la mejor introducción a una parte esencial del legado picassiano: “Llamad a los dioses. Vendrán. Los libertinos no están amodorrados”.
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