Los partes metereológicos anuncian un tiempo glorioso, soleado, primaveral. Pasaremos el día en Marcilly, a dos pasos de Beaune-la-Rollande, de triste recuerdo para quienes eran niños en 1940.
La Kommandantur instaló en Beaune un centro “reagrupación” de judíos, gitanos, anarquistas, refugiados españoles. Desde allí, eran conducidos a Drancy, camino del Holocausto. Muchos de los detenidos debían trabajar a bajísimo precio para los propietarios de tierras en la región.
Tras la Liberación, muchos de los barracones ocupados por la Kommandantur fueron vendidos a los mismos propietarios agropecuarios, que todavía los utilizan para guardar aperos y productos químicos. Los sacos de abonos industriales tienen con frecuencia el mismo color amarillo mostaza de los bidones de materias tóxicas utilizadas para gasear seres humanos en Auschwitz.
En Auxy —-desde cuya estación partían los vagones de ganado cargados en Beaune de hombres, mujeres y niños—- todavía reside, en el hospicio, monsieur José, un anciano español que perdió la cabeza hace años. Como no tiene familia que lo recuerde, cuando llegue su hora, será enterrado en el cementerio del pueblo, en una modesta tumba solitaria, esperando en tierra extraña el juicio final.